No hacer Es habitual juzgar a las personas por aquello que (creemos que) dicen y, más aún, aquello que (creemos que) hacen. Deberíamos tener en cuenta lo que no dicen y lo que no hacen, o, mejor aún, no juzgarlas. Hay un dicho popular que dice que “alas personas, se juzgan, no por sus palabras, si no por sus hechos”. Este dicho podría ser correcto, si no existiera “la teoría del no hacer”. No deberíamos juzgar tanto. Tan importante es lo que decimos como lo que callamos. En más de una ocasión habremos sido insultados por otra persona. Pues bien, no actuar como ella y optar por las buenas palabras o por el buen silencio es digno de tener en cuenta. Tan importante es lo que hacemos como lo que no hacemos. No consumir sustancias prohibidas demuestra sensatez, más aún en esos momentos difíciles de nuestra vida donde ansiamos evadirnos de ella durante un tiempo para apaciguar nuestro sufrimiento. No insultar a nuestros enemigos como castigo por una acción indebida es una muestra de inteligencia, pues ser violento es muy fácil, de ahí que sea una conducta propia y frecuente en las personas ignorantes. Actuar sin violencia es posible, sin embargo, no siempre se valora. No hacer el mal es tan valioso como hacer el bien. Destruir es sencillo, cualquiera puede hacerlo. El mal es una tentación donde con frecuencia caen las personas carentes de empatía, inteligencia social y otros valores como la sinceridad, la generosidad , la comprensión, el respeto por sus semejantes. Así pues, por qué no nos proponemos y prestemos atención en lo que no hacen las personas antes de juzgarlas, así como practicar el No Hacer a diario.
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