Barcarrota - Badajoz

Altar Mayor Nº - 134 (14)
Fecha Tuesday, 16 March a las 15:52:36
Tema Altar Mayor artículos


REVISTA DE LA HERMANDAD DEL VALLE DE LOS CAÍDOS
Nº 134 - Marzo - Abril de 2010


LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1934 Y SUS CONSECUENCIAS
Ángel Garralda*






Hay tres fechas que en el siglo XX marcan la historia de esta ciudad dos veces mártir. Y las tres coinciden en octubre. El 18 de Octubre de 1934, final de la revolución, vencido el ejército rojo por Franco en defensa de la República; el 17 de Octubre de 1936, liberación de Oviedo por Franco, roto el asedio en el crítico momento en que la llamada de Aranda decía: «sólo nos queda morir como españoles»; y el 21 de Octubre de 1937, cuando las tropas de Franco entran triunfales en Gijón y Avilés, conquistando la cornisa cantábrica, mientras los jefes marxistas huyen dejando en la estacada a sus huestes.

Pero era en Octubre, el mes del Rosario, que se rezaba en tantas familias como la mía materna de Tremañes, Gijón, donde detuvieron a un tío mío carnal precisamente en el momento en que dirigía el santo Rosario como todos los días en familia; les pidió que le permitieran concluir el rosario. Se lo permitieron. Y, después de rezar el Trisagio con aquellos actos de fe, esperanza y caridad, con aquel «amo a María Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra y por amor a Dios amo al prójimo como a mí mismo», se despide de los suyos y se entregó a los armados que lo llevaron preso a La Iglesiona, la iglesia del Sagrado Corazón de los Jesuitas, donde el tiempo que permaneció siguió rezando el rosario.

Olvidaba el enemigo que era el mes del Rosario. Pues resulta que un soldado del ejército español, adorador nocturno desde su juventud, joven General, también rezaba diariamente en familia el Rosario. Y así se lo hizo saber el cardenal Gomá a Pío XI y al cardenal Pacelli, futuro Pío XII en 1936. Se trata del mismo General a quien D. Gabino Díaz Merchán llamó liberador en una entrevista recientemente publicada en La Nueva España. Y tengo para mí, que en la medida en que la Iglesia se fue despegando de este liberador, le ha caído una pedregada tal, que está en el más crítico momento, tras sufrir la infiltración del enemigo que no descansa. Ahí está la prueba del Seminario Metropolitano que Franco les dio, casi vacío, porque algo malo habremos hecho cuando 400 curas somos incapaces de llevar una sola vocación al Seminario.

El afán desmedido del enemigo siempre ha sido «tomar Oviedo» o como diría Tomasín, director de Región, «tomar café en Peñalba», en plena calle Uría. Con ese fin se preparó minuciosamente el golpe del 34: armas fuerzas adiestradas y dirigentes tan destacados como Prieto y Largo Caballero, el Lenín español. Todo condimentado con un veneno rabioso: el odio satánico a la Iglesia y a sus ministros; ideal de Pablo Iglesias en su célebre discurso del Congreso celebrado en Gijón: el exterminio de la Iglesia. Era el fruto de la cizaña con que el diario Avance en manos de su director Javier Bueno (más bien malo), ponía en la picota todos los días al clero diciendo «a por ellos».

Pero se quedaron con las ganas. No lograron tomar Oviedo ni cuando se echaron encima a sangre y fuego en el 34, ni cuando los defensores de Oviedo disponían de los últimos cartuchos, ni cuando en Febrero de 1937 miles de combatientes rojos y separatistas volvían con trenes cargados de heridos rumbo al hospital de Valdecilla-Santander, porque los Defensores de Oviedo no les consintieron entrar.

Oviedo se ganó a pulso el título de invicta. Y que no lo pierda. Y pregunto: ¿por qué se le quita la calle al Capitán Almeida? A Alonso de Fórmula 1 pueden darle otra calle y no precisamente la del heroico defensor y Alcalde de Oviedo.

En definitiva: ¿por qué hubo un 17 de Octubre del 36, liberación de Oviedo? Porque los ovetenses recordaban la revolución de Octubre del 34 y sabían lo que les aguardaba si se rendían; por eso se defendían con uñas y dientes. No pudieron con ellos. Y ¿por qué hubo un 21 de Octubre de 1937, liberación de Asturias? Porque ganada la primera batalla en el 34, no había motivos para dudar de ganar la última de la cornisa cantábrica, una vez conquistado El Mazuco y Rodiezmo. La pena fue que tardó 15 meses lo que pudo durar 15 días si los supercatólicos separatistas vascos no se hubieran unido al Frente Popular. A partir de esa fecha ya fue todo más fácil: primer Año Triunfal, 2º y 3º Año Triunfal y 1 de Abril de 1939, último parte de guerra.

Ahora, después de 70 años, pretenden ganar la guerra. Teorías de imaginación calenturienta. Contra los hechos se estrellan todas las teorías. La historia es como ha sido y no como algunos quisieran que hubiera sido.

Mucho se escribe en estos días celebrando las bodas de diamante, los 75 años del acontecimiento histórico del 34 y no tanto de sus consecuencias.

Unos alaban el hecho en sí, disimulando que no fue «ni gesta heroica ni sublevación criminal», título del catedrático David Ruiz. Tal vez le parezcan pocos los muertos en quince días: 1.400 y entre ellos 34 sacerdotes, religiosos y seminaristas. ¡Cómo le cuesta reconocer que el grave problema social de la Minería de Asturias y de España lo resolvió quien creó una clase media tan fuerte en su base social que convirtió los proletarios en propietarios! ¿No fue Franco quien levantó Asturias en 20 años a más altura que antes en 2.000?

Otros, como el historiador Luís Suárez, se lamentan de la falta de conciencia histórica de quienes sin conciencia se aprovechan de la memoria histórica para acabar diciendo «¡qué buenos eran los míos!».

He leído con placer la novela de Esteban Greciet, Preludio de fuego presentada en este estrado recientemente. Sobre una línea suave de novela, todo es rigurosamente histórico. Me ha recordado las coplas que de niño oía cantar en Gijón contra el P. Elorriaga: «el P. Elorriaga pasó por Tremañes con un saco al hombro, mi vida, de robar castañes…».

Trabajos serios como el publicado por José María García de Tuñón Aza en la revista Altar Mayor del pasado septiembre y más exhaustivo su libro El Socialismo contra la ley (año 2000), califica con acierto de «nefasto» el hecho de la Revolución de Octubre, desencadenada por los socialistas. Y se hace preguntas elementales como éstas: ¿qué se proponía esta revolución? ¿Qué fue este movimiento revolucionario? ¿A dónde iba como justificativo de sus inmensos crímenes? Y en caso de que hubiera triunfado la revolución, después, ¿qué? Después, respondo, la dictadura del proletariado a las órdenes de Stalin; después ¡Abajo la República burguesa! y ¡Viva la República soviética!

Y han pasado 75 años y se seguirá hablando de la Revolución de Octubre cuando se cumplan cien años. Sí, 75 años, cuando el Gobierno de la República encomienda al general Franco que resuelva el problema y lo hace por teléfono, dando órdenes al general López Ochoa con tropas desde Galicia y al teniente coronel Yagüe, desembarcando en Gijón el Tercio y Regulares y en pocos días, asunto liquidado. Sí, 75 años del patatús que le dio a Stalin, precursor del berrinche definitivo cuando perdió la guerra en 1939, porque precisamente el mismo general que resolvió con serenidad lo del 34, se sacudió de España la más terrible de las dictaduras, la del Comunismo; Franco, el único Víctor del mundo frente al Comunismo. El único; por eso ahora, les sigue doliendo ¡tanto! que se proponen arrancar toda insignia o señal que haga referencia a Franco. Pues, para rato tienen si se empeñan en volar todos los pantanos y eliminar la Seguridad social y las dos pagas extras, etc. etc. Sí, 75 años, y se seguirá hablando y escribiendo a los cien años sobre aquel Caudillo que tan entrañablemente quería a esta ciudad donde encontró su corazón.

Así lo dice el ilustre abogado ovetense Muñoz de Diego el 2 de febrero de 1935: «Toda la ciudad de Oviedo, angustiada, volvía los ojos hacia Madrid y pensaba en un caudillo, gloria legítima de España, casado con una distinguida dama ovetense, pensaba en el general Franco cuyas virtudes militares conocen todos; cuyo valor, cuya inteligencia y cuyo patriotismo eran nuestra mejor garantía. Acertó Hidalgo, el ministro de la Guerra, a requerir los valiosos asesoramientos de tan excelente soldado… Fue principalmente ese hombre silencioso y culto, gran patriota e inmenso corazón, quien, sin alharacas, salvó el dificilísimo momento que pasó Asturias y toda España».

Pero ¡alto el carro! El 34 terminó en victoria de Franco no contra la minería asturiana, sino contra Prieto y Largo Caballero inductores de la Revolución al estilo ruso, cogidos del brazo de Stalin. No contra la minería asturiana, dentro de la cual existía un sindicato minero católico en la cuenca de Aller, a la sombra de la Hullera Española del marqués de Comillas; sindicato mayoritario en aquella cuenca, del que 29 sindicalistas encerrados con Vicente Madera, su jefe, en su casa sindical en Moreda, sufrieron en Octubre del 34 el acoso de 3.000 de otras cuencas para aniquilarlos.

Disponían de pocas armas, 12 escopetas, 12 pistolas, un fusil, mil tiros y unas bombas de dinamita. Y se resisten con tenacidad numantina a pesar de la rendición de los cuarteles de la Guardia Civil de Ujo, Santa Cruz, Caborana, Moreda y Boo. Ellos no se rinden.

Entra el párroco de Moreda, Tomás Suero Cobielles, llevado en calidad de rehén a punta de pìstola por los revolucionarios para que les pida rendición. (El caso se repetirá con el canónigo Camarasa en El Alcázar en 1936).

De eso, nada. Don Tomás les oye en confesión y absuelve colectivamente y, a diferencia de Camarasa, que en El Alcázar de Toledo se volvió por donde entró, don Tomás se quedó dentro con sus mejores feligreses.
Agotadas las municiones, ya de noche, Vicente Madera, el jefe del Sindicato Católico Minero se ofrece a entregarse para que los demás se salven huyendo. No fue aceptada su propuesta, y en plena noche huyen por la alcantarilla que desde el centro social llegaba al río; vadean el río y se tiran al monte, mientras cuatro quedaban disparando desde dentro, dando la sensación de resistencia, que perecieron entre los escombros de su Casa Social.

Entre los que pudieron evadirse iba don Tomás; pero no pudiendo caminar monte arriba por la fatiga, llamó a una puerta en mala hora, cuya dueña lo denunció al Comité revolucionario que le asesinó con dolor de todo el vecindario.

Franco no luchó en 1934 contra la minería asturiana. Franco levantará con el brazo de Girón de Velasco la minería asturiana, haciendo de los proletarios, propietarios de casa nueva, seguridad social, de pagas extraordinarias, de colegios de huérfanos de la Minería, etc. Por eso, acaba de afirmar Juan Velarde: «Cuando nació Hunosa, un movimiento como el de 1934, ya era inconcebible». Ahora es cuando se agudiza el problema de la minería por su escasa rentabilidad.

¿Habéis visto que hoy, los sucesores de Prieto y Largo Caballero, hayan pedido perdón por la poca cabeza de aquellos dos líderes de la revolución que, después de llevarlos al fracaso, los dejaron en la estacada? El único que pidió perdón y tarde fue Prieto, en México, el año 1942, reconociéndose culpable del desastre de Octubre del 34, aunque se aprovechó, eso sí, del botín del Vita.

Pero, ¿conocéis los puyazos que le sacudió Largo Caballero por haber pedido perdón? «Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como pecado, no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo». Se ve que lo del Turquesa le quemaba la sangre.

Pero esto lo dice muy tarde, en 1942. Al principio, no. Al principio, desde París, donde se encontraba huido, no se hace responsable él, sino que responsabiliza al Partido cuando dice: «El Partido Socialista es el único responsable de los recientes acontecimientos de España».

Pero como Largo Caballero era el presidente del Partido Socialista conduciéndolo como decía sin ambages «hacia la dictadura del proletariado», es decir, hacia la «República socialista», no se quiso dar por aludido ni cargar con ninguna clase de culpa, ante las preguntas del fiscal una vez detenido. Antes bien, en sus memorias arremete contra las declaraciones de Prieto, quejándose de que nadie se hiciera responsable, y tirándose a degüello, dice: «Nadie con menos autoridad (que Prieto) podía pronunciar tales palabras. Él a quien en la huelga de 1917 le faltó tiempo para cruzar la frontera dejándonos a los demás en la brecha. Él que en diciembre del 30 se apresuró a salir al extranjero, dejándonos a los demás miembros del Comité revolucionario para que respondiéramos de lo hecho por todos. ¡Él que habiendo aprobado quedarse en Madrid para el caso en que fuera necesario reunirse, sin decir nada ni consultar con nadie, en octubre del 34 se escapa a Francia, dejándonos a los demás en las astas del toro! ¡Él que censuraba a los que estábamos bajo la amenaza de sufrir pernas gravísimas!... Era el máximo responsable de la frescura».

Y la causa de la Revolución de Octubre no fue la entrada de tres ministros de la CEDA el 4 de Octubre en el Gobierno de la República presidida por Lerroux. Eso a lo más sería la señal, el pretexto. La Revolución no se puede preparar de la noche del 4 de Octubre a la mañana siguiente. Venía preparada y anunciada de muy atrás con las juventudes socialistas, armadas, adiestradas. Ningún historiador serio sostiene que la causa de la Revolución de Octubre haya sido la entrada de la CEDA en el Gobierno de la República.

Ahora el tratamiento oficial de lo del 34 consiste en querer ganar la revolución que perdieron y la guerra que no supieron ganar en 1936. Ahí es donde les duele. Ahora son capaces de celebrar hasta las derrotas como la del Mazuco y Rodiezmo, mientras sus jerifaltes tomaban las de Villadiego huyendo en barcos y aviones.

¿No dicen que, ahora, después de 70 años, se puede estudiar con serenidad y objetividad lo que pasó? ¿Qué me quiere Vd. decir? ¿Que el cardenal Gomá y el Episcopado Español, cuando escribieron la pastoral colectiva, a la que se unieron más de mil obispos de todo el mundo, no sabían lo que decían por falta de serenidad y objetividad? ¿Que Gomá no sabía informar a Pío XI y al cardenal Pacelli, futuro Pío XII, sobre quién era Franco? ¿Y usted presume ahora de saber informar mejor con serenidad y objetividad?

Los siete seminaristas que fusilaron en la Cuesta de Santo Domingo sabían muy bien porqué los mataban y porqué morían gritando ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva España católica! Era el grito de Gonzalo Zurro, seminarista avilesino, dramaturgo y compositor.
Le preguntan en una entrevista hace pocos días a Luis Suárez, historiador, en El Comercio de Gijón: ¿La revolución de octubre del 34 fue la antesala de la guerra civil? Y respondió: «Sin duda. Constituyó la primera parte de lo que sucedió después en la Guerra Civil y el primer intento de la Izquierda española de iniciar un movimiento popular». Llámese como se quiera, «antesala de la guerra civil» o primera batalla de la guerra civil. Lo cierto es que los propios jerarcas de la Revolución de Octubre, como González Peña, así lo consideran: que lo de Octubre fue la verbena que antecede a la fiesta, la guerra. Así lo decían también los milicianos a los seminaristas presos en el teatro Orfeón de Mieres al llegar las Banderas del Tercio a liberarnos: Un miliciano, lo cuenta Jesús López López, seminarista preso, nos dice delante de los oficiales del Tercio, nuestros libertadores: «Os voy a dar un consejo aunque no me lo pidáis: Esto fue la foguera; prepárense para la fiesta».

Pero, ¿por qué tanto ensañamiento contra la Iglesia en Asturias?

Cuando yo preparaba la primera edición de La persecución religiosa del clero en Asturias, escribí una carta a don Segundo García de Sierra y Méndez, arzobispo de Burgos, para que me contase su odisea en el 34 y 36. Y me escribe el 6 de junio de 1975 diciendo:

«Tendría que hablar largo y tendido, porque a mi me tocaron todos los acontecimientos del 34 y 36, pero carezco de tiempo. Sólo te diré que el primer día del levantamiento de Oviedo, al oscurecer, los camiones ocupados por la Guardia Civil pasaron por delante de la catedral y gritaron ¡Viva Dios! Pero también tengo que decir que en la ofensiva del Febrero del 37, cuando los rojos estaban persuadidos de que entraban en Oviedo, y nosotros tuvimos que marchar de la calle Santa Susana, convertida en primera línea y nos fuimos a la calle Doctor Casal, en San Juan el Real, oímos también al anochecer un ¡Muera Dios! Creían los rojos de Oviedo, los que estaban dentro, que ya habían ganado la partida. Ahí tienes los dos campos bien definidos».

Efectivamente, no había otra disyuntiva: con Dios o contra Dios. «Conmigo o contra mí» que diría Cristo. La causa de Cristo o la de Satanás. Las dos banderas de la meditación ignaciana. Los Defensores de Oviedo o el Partido Socialista de Pablo Iglesias.

Pablo Iglesias, en el VI Congreso celebrado en Gijón, nos lo recuerda el político Gómez Llorente, dijo: «Nosotros vamos más lejos que los radicales burgueses. Queremos la muerte de la Iglesia, cooperadora de la explotación de la burguesía; para ello educamos a los hombres, y así les quitamos conciencias. Pretendemos confiscarle los bienes. No combatimos a los frailes para ensalzar a los curas. Nada a medias tintas. Queremos que desaparezcan los unos y los otros».

Así cayeron ¿cuántos? 34 en la revolución del 34. Cito algunos: El primero Manuel Muñíz Lobato, párroco de Valdecuna. La noche del 4 al 5 de octubre se detuvo un auto frente a su casa. Llamaron a la puerta y el sacerdote, temiendo lo peor, corrió a esconderse en un pajar a unos quince metros. Allí lo mataron y estuvo tres días sin levantar el cadáver. Razón: ¡Muera Dios!

El día 9 cayeron asesinados en el cementerio de Turón los ocho hermanos de la Salle y el P. pasionista de Mieres. Estos benditos. ¿Quién dijo que la Revolución de Octubre tenía como fundamento elevar el nivel cultural y educativo? Por eso matasteis a los Hermanos de Turón, consagrados a dar clase de por vida a los hijos de los pobres mineros, para formarlos como personas, misión que venían cumpliendo en las cuencas mineras del Nalón y el Caudal. La razón era ¡Muera Dios!

Y cayó Luciano Fernández Martínez, párroco de La Rebollada (Mieres) ¿Qué mal te hice? ¿No te acuerdas cuando yo auxilié a tu madre para que comierais? ¿Quién te colocó a ti y a tu hermano?

La respuesta fue: ¿Dónde quiere que le enterremos, en La Rebollada o en Loredo? Con mis feligreses, respondió. Pues, ahora, ni eso: Andando al cementerio de Loredo, donde le obligaron a hacer la fosa. Razón. ¡Muera Dios!

Y los jesuitas P. Emilio Martínez y hermano Arconada apresados en el tren en Ujo cuando volvían de hacer ejercicios espirituales en Carrión de los Condes. ¿Por qué los matan sobre la marcha? Razón: ¡Muera Dios!
Aurelio Gago Fariñas, Secretario de Cámara y Gobierno, detenido en su casa, San Antonio 14, 3º, junto con Juan Puertes, Vicario General y Provisor, dos máximos jerarcas de Oviedo. ¿Qué hacemos con estos dos pájaros?, preguntó El Pichilatu al Comité instalado en el Ayuntamiento. Fueron sentenciados. Razón: ¡Muera Dios! Y porque el obispo Juan Bautista Luis Pérez estaba muriendo de cáncer en Madrid. Si no, hubiera sido martirizado en esta ocasión.

Venancio Prada Morán, párroco de Sama. Joven, sabio y santo: El mismo día 5 de octubre, a las 10 de la mañana, caía herido de muerte en la calle; a las 5 de la tarde lo remataron («¡todavía vives, cochino!»).

Román Cossío. Párroco de La Corte y P. Eufrasio, Superior de los Carmelitas.

Y los siete seminaristas mártires. Como ya tienen corona, es la razón suprema: «son curas y basta». Así cayeron: Ángel Cuartas, de 24 años; Gonzalo Zurro Fanjul, de 21 años; Jesús Prieto López, de 22 años; José María Fernández Martínez, de 19 años; Juan José Castañón Fernández de 18 años; Mariano Suárez Fernández, de 24 años. Uno de ellos, José González García, quedó herido, pero no lo remataron porque vieron que no tenía corona. Este fue testigo de excepción.

El martirio de las cosas. ¿Qué es lo que más le duele a este pueblo en su historia? La Cámara Santa. El Sancta Sanctorum. El silencio milenario de fervor y de fe. Las dos cruces de Los Ángeles y de la Victoria: el signo de Cristo para saber vencer. Pues, vamos a darles donde más les duele. Toda esa historia de fe a la escombrera. Destrucción total.

Ahora que mi buen amigo Víctor Hevia seleccione con paciencia infinita los escombros para reconstruir el rompecabezas del arte sepultado; para encontrar las joyas y reconstruirlas en el taller de Pedro Álvarez; y para que un día glorioso, Franco sea portador de la Cruz de la Victoria a la Cámara Santa para siempre.

La pretensión de la revolución de octubre era clara: la Iglesia a la escombrera. Y menos mal que no pudieron entrar en la catedral para disfrutar en convertir en cenizas el bellísimo retablo.

¿Cómo se concilia esta realidad de escombros bajo el odio de la dinamita, con que el catedrático David Ruiz sostenga que «el 34 defendía los ideales de una clase obrera educada»? Pues si llegan a ser mal educados… Siga haciendo que hace historia asegurando que los suyos eran los buenos, ante la escombrera de la Cámara Santa, de la Real Audiencia y de la Universidad donde Vd. explica la memoria histórica sin conciencia histórica, satisfecho de que los tres pilares de la civilización de Occidente: Religión, Justicia y Cultura hayan sido inmolados en Octubre del 34.

«Iban muy bien dirigidos los bárbaros» escribió Maximiliano Arboleya, deán de la catedral, porque aquellos mineros no sabían dónde estaba la Cámara Santa.

Y al quedar Valdés Salas sólo en el claustro de la Universidad convertida en escombros, dijo Unamuno: «¡Allí estaba Valdés, advirtiendo con el dedo: Ya os lo dije yo».

Los socialistas de entonces, los de después y los de ahora, jamás han pedido perdón por tanto daño material. Ni quisieron hacerse acreedores del perdón de los mártires. Eso sí, insisten con frecuencia en que la Iglesia pida perdón por no haberles dejado exterminarla. Quedaron muy satisfechos de que desaparecieran las bibliotecas de la Universidad con 250 manuscritos, 66 incunables, los cuadros de Zurbarán y Rivera; la biblioteca del Seminario y la de los dominicos.

Sigan sin pedir perdón por tanta barbarie y matanza: Pero Madariaga aseguró que «con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936».

González Peña prefirió dedicarse a volar con dinamita la caja del Banco de España para forrarse. Como de costumbre no se recuperó el dinero. Se había inaugurado la saga de los «chorizos».

Le preguntan a Luís Suárez; ¿Hubo después represión brutal? No la hubo, responde. Sólo hubo dos ejecuciones: el sargento Vázquez y el tristemente célebre El Pichilatu. Se llenaron, eso sí, las cárceles. Porque, claro, después de arrasar una ciudad y después de 1.400 muertos en dos semanas, no podían pretender que les repartieran caramelos.

El obispo de Oviedo, don Juan Bautista Luís Pérez escribió desde el lecho de muerte su última pastoral, pidiendo perdón para los enemigos y alentando sobre todo a los jóvenes de Acción Católica a fortalecer su fe en defensa de los ideales cristianos.

La revolución del 34, dice Cárcel Ortí, fue un verdadero ensayo de la futura persecución religiosa. 34 mártires en 1934, que sumados a los 193 del 1936 y 1937, suman el 16 por ciento del clero asturiano secular en zona roja.

San Rafael Arnaiz Barón se estaba forjando en santidad en plena revolución de Octubre en Oviedo. Había salido de la Trapa de Dueñas para tratar de curarse de diabetes. Fue una etapa difícil para él. Lloraba la ausencia de la Trapa con su silencio que llevaba a Dios. No escribió una sola palabra sobre la Revolución de Octubre del 34. Había escrito por última vez el 15 de septiembre tras cuatro meses fuera de la Trapa. Hasta el 21 de febrero de 1935 no vuelve a coger la pluma y no hace ninguna referencia a la Revolución ni al Instituto convertido en escombros donde él había estudiado el bachillerato con los jesuitas. Sólo demuestra su deseo de santidad y dice: «Es tal mi estado moral y mi situación de ánimo, que, como le digo no he podido escribir, y he preferido llorar un poco sin que nadie se entere».

Resumiendo las consecuencias de la revolución de octubre del 34

1. Destrucción y muerte, y Oviedo ciudad mártir.
2. Fracaso de la verbena que anuncia la fiesta de la guerra civil.
3. Persecución religiosa satánica: «Son curas y basta».
4. Porque hubo muertes inocentes, se fraguó la guerra.
5. Quien produce una presión feroz, corre el riesgo de provocar una represión feroz que no se produjo en el 34.
6. Porque hubo ofensores injustos contra Oviedo, surgieron los Defensores de Oviedo.
7. Porque no quisieron recibir ni agradecer el perdón de los mártires, no fue posible la paz.
8. La Revolución del 34 fue el ensayo de la futura persecución religiosa.
9. Los máximos responsables, Prieto y Largo Caballero, lo único que tenían garantizado en caso de triunfo, era el caos de una República soviética. Hoy estaríamos saliendo de Albania.
10. Demos gracias a Dios porque Oviedo ni fue sometida ni fue humillada.
11. Después de 75 años, los herederos ideológicos han tenido tiempo sobrado para reflexionar, pero siguen sin querer reconocer que aquello fue un tremendo delito. Prueba de ello es que son incapaces de pedir perdón.
12. Después de 75 años cabe esta pregunta: ¿Qué teníais los Defensores de Oviedo que, hasta que os llegó la liberación, supisteis resistir a un ejército veinte veces superior?
13. Balance provisional: 1.473 muertos, 102 desaparecidos, 924 militares y 2.069 civiles heridos o mutilados, 935 edificios y 58 templos destruidos.

Concluyo con unas breves palabras de Unamuno en carta a un socialista belga el 10 de agosto de 1936:

«En muy poco tiempo el marxismo dividió a los ciudadanos. Conozco la lucha de clases. Es el reino del odio y de la envidia desencadenados. Conocimos un periodo de pillaje y crimen. Nuestra civilización iba a ser destruida», y yo añado y termino: si no fue destruida es debido también a la fe de los Defensores de Oviedo».



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* Ángel Garralda es sacerdote. Conferencia pronunciada en Oviedo el 16 de octubre de 2009.

Borrado por un Moderador.

Fíjate qué casualidad, hace unos días, hablaba de mi tio abuelo Tomás Suero Cobielles (véase el post correspondiente), y ahora pegas tú el caso, contado por D. Ángel. No sabía que lo conociera...a lo mejor es mentira, verdad? Si es que tenemos una mente para inventarnos las cosas...
Me ha encantado tu entrada.

DIME LA VERDAD, TU SABES DONDE ESTA BARCARROTA, TU ERES MUJER, TU ESTAS EN TU PLENO JUICIO,TU TIENES CONCIENCIA,TU ERES PERSONA,TU AMAS A LOS DEMAS.
SON OCHO PREGUNTAS ESPERO QUE ME LAS CONTESTES.

Aprende a contar, son SEIS preguntas, jajajaja.

Yo simplemente veo seis afirmaciones.
Preguna:
¿Toñi sabes escribir?.
Afirmación:
Sí; pero no sé utilizar los signos del teclado.Además sé copiar.

SANMATIAS YA ME LAS HAS CONTESTADO TODAS LAS PREGUNTAS LO TENGO CLARO, PERO ADEMAS SEME QUEDO UNA POR FAVOR CONTESTAMELA.TU SABES QUIEN ES TU PADRE BIOLOGUICO.

"biologuico"...TOMA YA!!!

VALE BIOLOGICO. PERO CONTESTA YA,QUE PARECES UNA MOSCA COJONERA CON LA ORTOGRAFIA.

Penlope:
La semántica la dejamos para entendidos,¿te parece?
Empieza desde abajo para que la dificultad sea progresiva.
Saludos

LA M CON LA A MA
LA ME CON LAE ME
LA ME CON LA I MI....

PODRIAN EMPEZARCON ESTO

Sigue borrando, la toñi. Así está bien. Todos nos damos cuenta de cual es la libertad de expresión de la que tanto alardea. Echa piedras sobre su tejado, y ni se entera. Lo mejor es que borra hasta mensajes que no van para ella, en una labor de fiscalización propia de los regímenes que defiende.
Luego me pedirá que conteste...todos lo estamos viendo.

los mensajes los debe de estar borrando el mismo que borro el mio dedicado al Caudillo, o no?

JOsé Luis; ¿Como se te ocurre querer elevar a los altares al Generalísimo en un foro donde mandan los progresociatas?
¿Te los borran?
Y eso que son de lo tuyos eh?

el hacking.-- yo creo que deberiamos dejarnos de espiritualidades,
y en lugar de elevar el hipotètico "espìritu", del caudillo a los
altares, modèstamente, y màs pensando en la ciencia que en la
religiòn, habrìa que exhumar sus humildes restos, y donarlos a
la ciencia, la cual me arriesgo a decir sin equìvoco, que no tardarìa
en determinar una hipòtesis, con resultado de experimento probado,
en la que se evidenciaria como puede darse el caso de haber confundido
a un primate, con el jefe de una naciòn. Con el mayor de los respetos
hacìa los primates, por lo que salen perdiendo en la comparaciòn.
Una vez usados para el experimento, los huesos se podìan exparcir
en alguna fosa desconocida, para que su familia si lo deseara
los buscara, pero no estarìa de màs conservar alguna muestra
para ayudar en posteriores estudios cientìficos, en materia de como
determinar los genes propios de un mal nacido.

TENIENDO EN CUENTA QUE SIETE TORRES QUE NO SABE NI ESCRIBIR ES UN MODERADOR OS PODEIS IMAGINAR A LOS DEMAS.