Barcarrota - Badajoz

Ya llego, matre como me voy a pone.

MANOLO:

Esto lo saqué de un chiste que decía más o menos esto:
Manolo era un hombre pobre, que no un pobre hombre, andaba buscando trabajo para comer ambulando de un sitio para otro y llegó a Almendral un pueblo de la baja Extremadura.
Entró en el bar de “Chaparro” y preguntó si había alguien que le diese trabajo, “Chorilo” le dijo que había una plaza de Sacristán y, a la iglesia Manolo en busca del cura se fue, pensando que el trabajo de Sacristán sería para él.
El cura le recibe y le dice que sí, que existe una plaza y si reúne las condiciones la plaza es suya.

Entonces le explica que su trabajo consiste en tener limpia la sacristía, cuidarse de las velas, ayudar a misa e inscribir en los libros de registro los nacimientos, matrimonios y defunciones, como mandan las sagradas religiones, Manolo cariacontecido y maldiciendo su mala suerte le contesta que no sabe leer ni escribir. El cura sintiéndolo mucho, no lo puede emplear, porque es fundamental saber leer y escribir si la sotana de Sacristán se la quiere enfundar.

Viéndolo en esa situación de desconsuelo y resignación el cura le anima y con generosidad celestial le da un billete de mil pesetillas.

De tres bodas y un entierro que tuvo en el mes de las flores.

Este cura es de pueblo y para el pueblo, o sea sé, de aquellos que se remanga la sotana y se van a sembrar tomates al huerto de Finibus, van a las procesiones con mucha devoción, de la misma manera que encabeza una manifestación contra la dictadura en algún pueblo de la alta Extremadura.

“O sea, ¡! CURA!” de pueblo y por su pueblo, que no... Aquél que se sube al púlpito a resolver con la palabra hecha plegaria, la necesidad que padece el pobre... y a renglón seguido se sienta en la mesa del “señorito” a comer jamón con melón y tirar del tinto que tiene el porrón, sin complejo ni consideración que para eso bendice “iturbi et orbi” la mesa de su amigo el patrón.

Manolo coge las mil pelas de principios del sesenta y se compra un saco de patatas, las vende y le saca su buen dinerito, vuelve a invertir otra vez hasta que el rédito lo multiplica por mil, entonces consigue una parada en la plaza y se compra un camión, así, hasta que termina dueño de un fortunón... a lo Pepe Reyes.

Y un día uno de sus empleados le dice. “Don Manuel” es Vd. un monstruo, sin saber leer ni escribir como ha sido capaz de reunir tanto dinero, dónde podría haber llegado Vd... Sabiendo leer y escribir.

Con voz grave y serena “Don Manuel” le contesta.

¡A Sacristán!. Hijo, ¡! A Sacristán!

Esta anécdota la pongo para los devoradores de libros que en la practica, no saben, no quieren, o no tienen la iniciativa de trasladar a la vida real sus conocimientos, estudiar, estudiar y estudiar, sí, y cuanto más mejor, hacerlos valer... es lo mejor que te puede suceder en este mundo de realidades irreales.
Lo que hay que preguntarse en la vida real es... quien és más efectivo como sabio, no quien és más sabio como culto.

Piri

Eres bueno

Att.