Badajoz - Badajoz

Ahí va una fábula-metafórica que creo que vale la pena porque, en mi opinión, me parece bastante buena y acertada:



Quiero contaros un cuento pero que nadie se piense nada raro porque si en él ve algo que le recuerda a la realidad es pura coincidencia… o quizás no.
Esto era una humilde familia llamada Zapatilla, vivían en un piso medio en un barrio medio, vamos nada del otro mundo, aunque los cabeza de familia, papa Zapatilla y mama Zapatilla pensaban que vivían en un piso de lujo, un piso digno de la “champion ligue” e iban por el vecindario alardeando de ello, provocando por supuesto la risa de los vecinos, sobre todo de aquellos que si vivían en una casa lujosa.
Los padre Zapatilla la verdad es que nunca ha sido demasiado listos, nunca han sabido muy bien lo que era eso de ahorrar y siempre han culpado de las miserias de su vida al “abuelo Paco” que ya
hace más de 35 años que murió pero que aún se acuerdan de él, cada vez que viene la letra del piso, o algún gasto al cual no puede hacer frente “todo es culpa del abuelo Paco” rechistan una y otra vez, y marean a sus hijos con semejante cantinela.
Los hijos de la familia Zapatilla son de todo tipo, desde los más listos que piensan que sus padres son “un poquito cortos” hasta los que piensan que “su papa es el mas listo del mundo mundial”, y esto provoca muchas disputas internas entre los hijos, sobre todo cuando papa y mama Zapatilla premian siempre al que más malas notas trae, al que más despilfarra y se mofan del hijo que más intenta ahorrar y que mejores notas trae.
El sueldo de papa y mama Zapatilla no es gran cosa, es un sueldo que bien administrado podría dar mucho de si, pero claro ellos no están dispuestos a veranear en Almuñecar, no… la familia Zapatilla tiene que veranear en Londres, Nueva York o Calcum, aunque haya que endeudarse
porque ¿Qué van a pensar sino los vecinos? A lo mejor pensarían que somos pobres y no estamos en “la champion ligue” y con este pensamiento la familia Zapatilla va por el mundo.
Papa Zapatilla es quien siempre invita en el bar, “Manolo una copa para todos que pago yo” dice siempre papa zapatilla en la tasca, donde gorrones se arremolinan ante el “magnánimo mecenas” que paga hasta el ibérico, porque papa Zapatilla solo quiere que le den la mano en el barrio y le digan lo generoso que es, sin importarle la cuenta del banco y lo que se tenga que endeudar.
Mientras mama Zapatilla va todos los días a la peluquería, y mientras su sueldo solo le permitiría vestir de Zara, ella no para de ir a Serrano a comprar "Cristian cuestaunriñón" o cualquier otro
vestido de marca, uno por semana para “no repetir”, total, si con la tarjeta de crédito avalada por “el pan de mis hijos” me dan crédito.
Pero un día, el banco cerró el crédito de la familia Zapatilla, porque se habían endeudado tanto que ya no daban su sueldo ni tan siquiera para pagar los intereses, además mama Zapatilla se quedó en el paro... ¿y que hacemos? ¿Cómo se lo decimos a nuestros hijos? Se preguntaba mama Zapatilla
“Pues no les decimos nada” alegó papa Zapatilla, “y es más, para que nuestros hijos vean que todo va bien vamos a irnos todos de crucero por los mares del sur”, y así hicieron, pero ¿de donde sacamos el dinero para irnos de crucero si no nos dan crédito? Muy simple, de las huchas de los hijos.
Y así hicieron, les quitaron las huchas a sus hijos que tanto trabajo les había costado ahorrar, haciendo trabajitos veraniegos, dando clases particulares o de cualquier otra manera donde se necesita dejar el sudor, papa y mama Zapatilla les quitaron sus ahorros “por el bien de la familia”.
Y se fueron de crucero, y se gastaron la mayoría del dinero de los hijos… “¿Y ahora qué?” decía mama Zapatilla. “Pues nada, ahora hay que hacer un plan de austeridad para que la familia pueda subsistir mientras salimos de esta desaceleración”.
Y así hicieron, les dijeron a sus hijos que a partir de ahora nada de comer 3 veces al día, una vez y ya está, y además comer lentejas o patatas, no había para más. Sin embargo los hijos comenzaron a cabrearse cuando vieron que mientras ellos comían patatas, sus padres iban de restaurante a cenar a diario, que papa zapatilla seguía invitando a todos los amigos del bar y que encima, había dado una ayuda al hijo del quinto (llamado Grecia) para que se comprase una “play station”, “y que nadie en el vecindario se entere que estamos arruinados” decía papa Zapatilla.
Pero la situación dentro de la familia cada vez era peor, los hijos hartos de estos tejemanejes de sus padres estuvieron a punto de darles “dos yoyas” e irse de casa, pero ante esta situación los
padres empezaron a decir:
“Hijos míos, la culpa de esta situación la tiene el abuelo Paco, que mirad como nos dejó la casa, ...la tiene el tío “Ansar” que mira como dejó de sucia la casa, ...la culpa es del banco que ya no nos da
dinero, ...la culpa es de los vecinos que nos miran mal y nos tienen envidia; pero hijos míos, vosotros sabéis que os queremos mucho y que cada vez que estoy comiéndome una langosta en el restaurante de lujo pienso y me preocupo mucho de vuestra situación de hambruna, porque lo
primero que pienso cuando le estoy pagando la "play station" al vecino es en que no tenemos dinero, ...pero no os preocupéis, porque he creado un fondo de ayuda para daros 1 céntimo de euro al mes para que podáis compraros caprichos y ahorrar mientras pasa esta crisis, ¡que pedazo de talante socialista tenemos!”; claro, el hijo más “corto” encima le dio las gracias a papa Zapatilla, sin embargo los demás hijos, se dieron cuenta de la engañifa, pero estaban atrapados en casa, sin poder salir y sobre todo, sin poder cambiar de padres, la única salida era irse a vivir con el tío “Rajao”, ...pero sabían que era más de lo mismo, y encima, a lo mejor hasta les quitaban el plato de patatas que por lo menos ahora, tenían medio asegurado.

¿Cómo acaba este cuento? Pues no acaba, porque este cuento es como la historia interminable, que empezó con los visigodos y a día de hoy seguimos igual, “papis y mamis” que se gastan el dinero
“de sus hijos” en lujos y chorradas sin pensar ni en el futuro de su casa, ni de su familia, ni en nada que no sea ellos mismos.

Cuento sacado de: lacasadelarcerojo.es