Almendral - Badajoz

COMO “INTERÉS” o intereses, lo entiendo perfectamente. Otra cosa es lo de NACIONAL. La verdad, a mi me la trae al pairo. Y a la mayoría del personal, también. Lo que no quiere decir que no haya otras personas que se entusiasmen ante la presunta belleza plástica que emana de la fusión entre el hombre solo (o la mujer) y el animal que embiste con todas sus fuerzas al engaño. O también, la agilidad inteligente del caballo habituado a esos lances formando un todo con el jinete que lo guía; forma esta, que me agrada algo más. Lástima, que tanto en un caso como en el otro, todo acabe con el ritual a veces obsceno y sanguinario de la muerte por degüello.

Aparte de cuando en Almendral se mataban toros en un ruedo hecho con carros y tablones en la Plaza Grande; la primera vez que vi una “corrida,” con picadores y todo, fue en el patio de armas del castillo de Barcarrota. Me llevó mi abuela, acostumbrada a atravesar por entre las piaras de vacas bravas que entonces como ahora, había en algunas dehesas de la zona, como si estuviera en mitad de una de borregos, andando por el arcén de la carretera. Bueno, lo de andando es un decir, porque aún no habíamos llegado al repecho de Los Tres Picos, cuando yo le decía lloriqueando que estaba cansado. Entonces me cogía y escaranchao en su cuadril, me llevaba un rato. Así fuimos haciendo un camino que poco tiempo después hice tantas veces solo o, junto a mi animal de compañía que se hizo mayor antes que yo y que siempre me ganó en C.I. No digo su nombre porque no quiero dar pistas.

Era la época de “Fernandete”, aquél matador de la zona frustrado, que quería vestir a su madre de luto o elevarla a la categoría de reina en una casa grande y acogedora donde estuviesen desterradas las penurias de entonces.

Hoy, tanto tiempo después, como en las Islas Afortunadas se hizo hace ya unos cuantos años, ha sido abolido ese tipo de festejos en la única plaza de toros que todavía estaba operativa en Barcelona; ciudad que hubo un tiempo en que dispuso de tres: una en la Barceloneta, Las Arenas y La Monumental. Esta última, menos cuando José Tomás está en el cartel, lo normal es que tuviere un cuarto de aforo, o media entrada algunas veces. O sea, que languidecía EL INTERÉS y la cosa. Será porque la sociedad emergente está más por la consola y los juegos de rol virtuales que, adolescentes casquivanos, de vez en cuando llevan a la práctica y no vacilan en cargarse al primer ser humano que está pacíficamente esperando la llegada del autobús que le llevará a su punto de suplicio al que dicen, puesto de trabajo. En las Arenas, están acabando de construir lo que será el centro de ocio más importante de la zona de Plaza España-Montjuich. Ahora parece un platillo volante aterrizado en un sitio que desde siempre fue paso obligado y centro de reunión de chalanes y gente del cobre, pues era el inicio del camino de Madrid y puerta de entrada a la ciudad tras la ampliación del perímetro de sus murallas.

Cuando ya no queda nada del espíritu del famoso prohibido prohibir y nuevos y celosos guardianes de la moral, las buenas costumbres y “el medio ambiente”, son capaces de poner una multa de noventa euracos a un chaval que está aprendiendo a asimilar la nicotina por tirar la colilla al suelo, por citar sólo un ejemplo, senadores y congresistas al parecer desocupados, se han entretenido en hacer una ley que prohíbe hacer algo que, se estaba prohibiendo solo porque nadie o casi nadie le hacía mucho caso. Ley cortina de humo al parecer, pero que va a dar mucho juego a quienes aspiran a gobernarnos al precio de caiga quien caiga. Tachan de paso de retrógrados a los naturales que detestan el negocio y su entorno pero se olvidan que desde los tiempos de Felipe II, desde Papas a reyes de España, lo han abolido o vuelto a poner en funcionamiento.

Pero cambiando de tercio, porque se acaba el folio y el tema será largo y controvertido. Fue Saramago para mi y para otra mucha gente, un icono de los tiempos moderno al que me gustaría, por lo menos, imitar, pero ha dejado tan alto el listón, que creo que tardará muchos años en ser superado. De todas formas, ahí queda lo por él dicho, hecho y escrito; aunque haya altas instancias mediocres y vanas, que por negarle, hasta le nieguen la altura inconmensurable de la obra que ha dejado. ¡Gracias maestro! Pero Piri, paisano, ni punto de comparación.