Almendral - Badajoz

Ramón, teniendo amigos como tu, todas las guerras habrían estado ganadas, tu siempre con tu peculiar discreción y tú forma de disparar sin herir a nadie, sabes acertar en el blanco, pero bueno eso forma parte del paso de la vida y de los años vividos.

Me decía un amigo mío que es de Palencia, que el paso de los años no solo te hace viejo, también te hace adaptarte a los nuevos tiempos, y que razón tiene, hoy me doy cuenta de todo lo que perdimos en nuestra juventud, por circunstancia o necesidades de la vida, hoy cuando ya nos llaman abuelo, y que estamos haciendo cosas juntos con los nietos que en nuestra juventud nunca habría sido posible realizarlas, bien por falta de medios o por la ignorancia de no tener una visión del mundo que nos rodeaba, pasábamos de ser unos niños con pantalón corto y el tirador colgado al cuello, a tener que hacer de hombres para llevar el sueldo a casa.

Ramón que viejos tiempos, nos parecíamos a los feriantes, de feria en feria, nos conocían todo los de los puesto, como el cojo Torre, y las hermanas con su puesto de turrón, el de las cunitas, el de la caseta de las escopetas de balines, en fin que como dijo tu primo el de Hornachos, que nos quiten lo bailao,
Un abrazo
Flores

Hola amigo y paisano, mí defensa hacia ti consiste en poner las cosas en su sitio, no se puede desprestigiar ni corregir públicamente a una persona que no conoces de nada... polémica zanjada, cómo parece o al menos se le supone que tiene cultura, sabrá rectificar.

Estoy contigo, quizás esta manera de pensar es producto de los años y las vivencias vividas, el paso de los años no solo te hace viejo, también sirve para que de alguna manera puedas tener un concepto de las cosas que en tu juventud ignorabas o simplemente no le dabas la importancia que realmente tiene, porque ser joven tampoco quiere decir que no sepan andar por el mundo, hay cantidad de juventud muy consecuente con sus actos y qué a más de uno de nosotros nos podían llamar la atención en según que cosas.
Sí que no deja de ser verdad, la experiencia es un grado y si sabemos aprovecharla, mejor que mejor.

Creo que las diversas etapas que uno va desarrollando (sin más remedio, el reloj no para) a lo largo de la vida te va marcando tu comportamiento, tú y yo, y otros tantos como nosotros, sí que me acuerdo de cuando vestíamos pantalón corto (con muchos parches, en vez de un pantalón parecía un mapa) con nuestro tirador al cuello y nuestra mente preparada para obtener la gamberrada más gamberra, el “arma” era para matar ranas o algún pardal que se pusiera a tiro, hoy todas estas aventuras nos parece algo irrealizable porque al lado tenemos a un “chinorrillo” que nos tira de la chaqueta y nos dice “abuelo”, nos están diciendo sin hablar “Pero de que vas agüelete, si tienes mas año que el tintero de una sacristía”

Cuándo echas la vista atrás y te miras a ese retoño fruto de tu árbol genealógico, sangre de tu sangre, es cuando de das cuenta la diferencia tan abismal que había entre él y tú, a la vez que sientes una satisfacción enorme porque su vida no transcurre por los avatares en forma de penuria que tú a su edad pasaste, ¿Y por qué te dije antes que la vida la vas tomando al ritmo que van cayendo sus etapas? porque ahora más que nunca añoras a aquél niño que fuiste con sus defectos y virtudes, sólo que la racionalidad que poses a tus años te dice que eso no es posible y que debes de conformarte y tomártelo lo mejor que pueda, nada ni nadie va a cambiar tu signo ni poner tus hojas otra vez en el calendario...

Decía mi primo “rico es aquél que se conforma con lo que tiene” y nosotros lo somos sino en lo material... sí por la familia que nos rodea, estamos satisfecho con nosotros mismos que ya es bastante.

En cuanto a lo que me hablas de la feria es algo que no hemos enterrado aún, nos sigue gustando las mismas cosas de antaño, esos bailes verbeneros que ya añorábamos antes de que los reflejara el calendario, el 25 de Julio día de Santiago ya estábamos hablando de la feria y lo que haríamos y deberíamos de hacer, después una cosa es proponer y otra lo que tú parienta proponga, sí que me acuerdo y a veces digo pero esto lo hacíamos nosotros, estar en la Plaza Chica por la noche en pleno invierno paseándonos y llegar uno que nos decía “en la Torre hay baile de una boda” y sin pensárnoslo dos veces y a golpe de calcetín, y montados en un un par del cuarenta y dos que nos había hecho “Juanino el municipal”, hala, camino de la Torre, cuando llegábamos allí el problema era que nos dejaran entrar, pero no sé porqué motivo (el motivo es que le gustaba la marcha que teníamos, hasta que no llegaban los de Almendral aquello no era fiesta ni baile) siempre nos dejaban entrar y participar del enlace juerguil, del otro ya se encargarían los novios... Al menos para eso se casaron.

Del puesto de turrones de Torres me acuerdo porque su hermana siempre estaba durmiendo, le cogías dos o tres almendras garrapiñadas y ni se enteraba, después antes de irte la despertabas “señora que se llevan los turrones” pero la señora no se alteraba por nada y menos por esto, nos echaba una sonrisa y antes de darle la espalda seguía con su sueño, no sé si vive aún (nada me gustaría más que aún viviera) pero lo que tengo seguro es que de un infarto no morirá.

Te falta la aventuras de los bailes en Barcarrota y no veas los de Badajoz, El Liceo, en la calle del obispo tocando con la Plaza del López de Ayala y el Centro Obrero, en la calle Ramón Albarrán, estos bailes junto con el de verano en la terraza del López de Ayala me molaba un montón, ya ves que tengo vocabularios de hoy día, a todas esas “juergas” íbamos con menos dinero que uno que se está bañando en la Charca de la Tia Petra. A estos escarceos les tengo veneración, hoy con más posibilidades, al menos te puedes tomar una cerveza con un amigo e invitar a la parienta a algo, antes cuando venía un amigo que no era del gremio nuestro y te decía “te invito a una cerveza” tenías que decirle, no gracias, es que tengo un dolor de cabeza que no me aguanto, lo que pasaba es que sino tenías un duro y te invitaba... siguiendo la tradición tenias que decir llena otra vez ¡! de dónde! Y a la parienta le pegabas toda la noche el tostón y ni a una gaseosa de Burquillos del Cerro la podías invitar.

Aquí me paro porque si sigo escribiendo sobre este tema me levanto del ordenador en Navidad.

Un abrazo majete.

Piri