En el camino a El Parral, a una altitud de 1.183 metros sobre el nivel del mar,entre unos cerros cubiertos de adustas encinas y jóvenes chaparros, a unos 800 metros a la izquierda, observamos una suave depresión que alberga en invierno una moderada cantidad de agua, y en verano un acuoso lodazal, donde croan las ranas, y se proporcionan los jabalies sus necesarios bańos de barro que aseguran su regulación térmica. Este accidente geografico da luegar a la Laguna de San Martín y en ella al nacimiento del rio Zapardiel, mencionado por Miguel de Cervantes en su obra Viaje del Parnaso.