CIEN AÑOS DE SOLEDAD No te llamabas Aureliano ni te apellidabas Buendía, a veces buscaba tu mano para que me hiciera de guía, ¡Que lejos quedó Macondo y aquellas batallas triviales!, el cariño nunca tocó fondo aunque fuéramos rivales. Ya nada me produce asombro, son todo para mi obviedades, ilusión reducida a escombro sin tus prodigios de Melquíades. Sin olvido, (¡maldita gripe!), no habrá atados al árbol, ni colas de cerdo, no será el final de tu estirpe mientras perviva el recuerdo. Mañana treinta se cumple el siglo, ¡qué pronto pasó!, ¿verdad? desde tu ida cuento y sigo, cien años de soledad.
DLV® (30 de julio 1911 - 30 de julio de 2011) En memoria
“y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad, no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”.