Mombeltrán - Avila

Ha llegado a mis manos un ejemplar del Programa de Fiestas de Mombeltrampas 2012.
Solamente merece la pena los buenos deseos de D.Sixto, el párroco. Paz y bien nos desea a todos pero estas no son más que palabras vacías en un pueblo como este.
Comienza el libelo con una puesta en escena, con fotos incluidas, de los tramposos electorales en las que observamos que aún no se les ha caído la cara de vergüenza.
Habla despues el Alcalde impostor de "hermandad entre todos". Pero qué risa. Eso no sabe ni lo que significa. Ud. se dedica 366 días al año a practicar lo contrario de la hermandad.
Este año habéis tocado techo con el poeta. No tenéis vergúenza. Pobre hombre. Utilizáis a un anciano inconsciente para rellenar este panfleto. No quiero ahondar en este tema porque es lo más triste y duro que puede hacer una persona en su sano juicio. He sentido una enorme pena al leer esto.
A continuación el programa de actividades. Tan monónoto como siempre. No hay acto cultural ni deportivo alguno. Peor que nunca.
Luego entrevista con Pepito. Hombre Pepe ya les hiciste la cobertura un año con el Pregón de Fiestas y ahora vuelves. Para decir que hace muy bueno en verano y que te encuentras con gente del pueblo no es necesario que te pongas al servicio de estos personajes.
Y nada más salvo los anunciantes más o menos de siempre. Salvo algún caso de despiste y algún otro de estómagos agradecidos se anuncian aquí los baluartes del régimen corrupto. Aquí nos conocemos todos y todos sabemos quien es quien, y la mayoría de estos anunciantes son los que con su apoyo y sus votos contribuyen a que Mombeltrampas sea principalmente esto: un pueblo con muchos tramposos.

entre los anunciantes que salen en elprograma de fiestas conozco auno de ellosque no solo no le vota al alcalde sino que nunca le ha dado trabajoninunca se lo dara,lo unicoque intenta es poner una publicidad para que la gente que viene a este pueblo en estos dias tenga un telefonopor si requieren sus servicios,que el invierno aqui es muy duro

Los folletos programa son tema de conversación todos los años por su fondo y forma. Son una extraña amalgama voluminosa, impresa en un innecesario papel brillante y espeso, donde casi todas las páginas las ocupa un relleno publicitario desordenado y estéril, que impide ver lo fundamental, que debería ser una programación interesante, tradicional o imaginativa, de actividades y espectáculos deportivos, culturales, sociales,…

Se agradece al realizador del programa que este año no haya incluido el habitual manifiesto o boletín político y partidista de supuestos logros y proyectos de la alcaldía, que ya era el colmo de la transformación de un folleto de fiestas en un programa electoral sin costes para el partido.

Antiguos folletos y programaciones de fiestas, todavía en la época de la dictadura y aun con toda aquella vieja retórica, eran bastante más dignos que los de ahora. Quienes coleccionan antiguos programas lo puede comprobar.

En viejos programas de los setenta se puede observar que había, por ejemplo, un activo concejal de deportes, Arsenio Gómez, que gestionaba una auténtica programación deportiva. Desde hace tiempo, la programación es rutinaria y depende de agentes promotores externos o de voluntarios de última hora.

Es curioso y paradójico observar que, en épocas del nacionalcatolicismo, la programación religiosa venía separada de la programación civil. Lo que resultaba de buen gusto y mucho más lógico que hoy, cuando tenemos una Constitución aconfesional, pero no se nota. Ahora toda la programación civil y religiosa viene mezclada; será porque viene bien para inflar y enmascarar una programación de festejos hueca y rutinaria.

Antiguamente, y como debe ser, el Ayuntamiento se pagaba su folleto. A partir de finales de los ochenta el folleto programa pasó a ser pagado por vecinos comerciantes y profesionales en forma de publicidad privada "voluntaria". Este sistema de pago es inadmisible e injustificable en un municipio que presume de cuentas saneadas. Es proceder como cualquier asociación o club sin fondos propios. Da vergüenza ajena escuchar el pregón varios días llamando a quien se quiera anunciar en el folleto. Resulta, por un lado, mendicante, y en definitiva, se fuerza al pueblo a dar un paso al frente hasta convertir la publicidad en una especie de lista aproximada, y según tamaño del anuncio, de amigos de conveniencia y grandes amigos, todos presentes y, en consecuencia, "enemigos" ausentes. Termina siendo una forma más de sembrar y remarcar división social electoralista, y nada festiva ni de hermandad.