Zardaín - Asturias

Esta tarde viniendo en el metro de Madrid, hacia el trabajo, he visto cantidad de chicos y chicas que van con los pantalones vaqueros rotos. Rotos a propósito en una moda estúpida, que ya, no sabiendo que inventar y habiendo agotado toda creatividad, solo se le ocurren patochadas como esa. Llevan los pantalones rotos por la rodilla, rotos por el muslo enseñando la carne, rotos por el culo enseñando otras cosas..... Ante tanta tontería, recuerdo, cuando mi madre consiguió comprarme los primeros pantalones en la sastrería Reguera. Con mucho esfuerzo y sacrificio lavando baldes de ropa en el río Navelgas, cosiendo por las casas, trayendo cargas de leña del monte. Me hicieron unos pantalones a medida en dicha sastrería, donde te tomaban las medidas, pasados unos dias ibas a probártelos y luego a recogerlos. Pues bien, con mis pantalones recién estrenados, nos llevó el cura de Navelgas, D. Francisco de excursión a Vegadeo y Ribadeo. Yo tendria 7 años o asi. Era la primera vez que salía del Concejo. La primera vez que iba a ver el mar, la primera vez que vi un parque infantil y unos columpios, y un tobogán. Al tirarme por el tobogán, la falta de experiencia, o el mal estado del mismo, hizo que se me produciese un roto en el pantalón recién estrenado. Un verdadero "siete" en el culo. Un estremecimiento sacudió mi corazón al ver dicha rotura, pensando, cómo se lo iba a decir a mi madre, qué me iba a decir ella a mi, o qué paliza me podía dar mi padre si se enteraba. Un verdadero pánico me acompañó el resto de la jornada hasta regresar a casa. Cuando llegamos, como era de noche no dije nada en casa del pantalón, y mis padres no lo vieron. Pero yo no pude pegar ojo en toda la noche pensando qué pasaría al dia siguiente cuando mi madre viese el pantalón roto. Lo que pasó es que mi madre se llevó un gran disgusto, pero no me pegó. La pobre se lamentó de que era el único pantalón que tenía para los domingos para ir a misa. Para las fiestas, para las celebraciones. Los cosió con mimo, los zurció y consiguió que casi no se notase la rotura. Hoy viendo a estos niñatos, con los pantalones rotos, pienso si serian capaces de comprender lo que yo sentí en mi alma, cuando se me rompieron los pantalones. Me temo que no entenderían nada. Me dirían que soy un ser traumatizado, que estoy obsesionado con mi pasado, con mis carencias de todo tipo. Y lo peor, es que, quizás tengan razón...........

No te ha de preocupar, los pantalones rotos los puso de moda en Pizarro, Luci, la amiga de la rofer.