Tordos........, ¿o Malvises? El otro día en la Reguera, escuchaba el cantar idílico de un pájaro entre los carbayos. Sus acompasados trinos apaciguaban mi espíritu. En otros tiempos, cuando era un niño, yo sabía distinguir el canto de los diferentes pájaros. El del malvís, es inconfundible y supera en belleza cualquier otro. Es como el canto de los Dioses. Pero ya no hay malvises. El sulfato y los plaguicidas acabaron con ellos. Por eso cuando escuché el canto de un tordo, creí que era el de un malvís. Pero se trataba de una ilusión de mi mente, que guarda en un rincón, el inigualable sonido del canto del malvís. Cuando era niño, intenté capturar un malvís, para meterlo en una jaula y tenerlo en casa. Tarea imposible, porque prefieren morir, a vivir en cautividad, nadie conseguía tener malvises en jaulas. Se morían de tristeza. En mi delirio por los malvises, ideé una estratagema para capturarlos. Busqué un nido de ellos, suelen anidar en un castaño pequeño, a baja altura, y si está injertado mejor, pues aprovechan el hueco que forman los nuevos esquejes. Una vez descubierto el nido, esperé a que las crías fueran grandecitas y ya dormían solas en el nido. Cuando estaban a punto para volar, cogí una jaula pequeña y metí el nido dentro de ella y la dejé en el mismo sitio que ocupaba el nido. La madre seguía viniendo a alimentarlos igualmente. Pero, ¡ay de mi! las crías se negaban a comer. Una mirada de tristeza infinita, tenían aquellos malvises en la jaula. Pero en mi obcecación infantil, preferí mantenerlos en cautividad, en vez de liberarlos. Hasta que murieron de inación. PREFIEREN MORIR ANTES QUE VIVIR EN CAUTIVIDAD. No hicieron como yo, que transcurrido el tiempo, vendí mi libertad a la nómina y el sueldo fijo y abandoné la tierra que me vió nacer, por una jaula de 40 metros cuadrados de hormigón. LOS MALVISES TIENEN MÁS DIGNIDAD QUE YO. |