Zardaín - Asturias

Queridos amigos: Las pegas me han acompañado en mi infancia en Zardaín. Cuando niño, las veía en el mes de Marzo con palitos en el pico volar afanadas en construir su nido en una castañar o un carbayo. Su característico parloteo, nos acompañaba muchas veces en las faenas del campo. A veces las odiábamos porque se metían en los huertos y árboles frutales a comer, pero pocas veces. Sobre todo nos comían las creizas que tanto nos gustaban. Cuando los nenos de Zardaín, formamos un equipo de recolección de huevos de pájaro, en el mes de Abril, para luego comerlos en una tortilla maravillosa, los nidos de pega eran los preferidos, pues suelen poner media docena de huevos de un buen tamaño. Su nido es muy elaborado, incluso le ponen capota para que no llueva dentro. Cuando yo descubría algún nido de pega, tenía que subir al árbol donde lo tenían, y si había huevos, conociendo que ponen uno diario, y que el total era de seis, saber cuando había que quitárselos antes de que se pusiera a incubarlos. Con un pañuelo los envolvía, me lo metía en la boca y para abajo. También eran muy valorados los huevos de cuervo, los de torda, los de glayo, los de malvís. Los huevos los guardábamos en una caja de cartón de zapatos, en el que se ponía una capa de trigo y encima los huevos, conservándose así, mejor que en una nevera, que entonces no había. Las pegas vivían en armonía con la naturaleza y no nos daban problemas a los vecinos. Eso sí, no se acercaban mucho por las casas, porque saben, que los humanos no somos de fiar. Pero queridos amigos, en la deshumanizada ciudad, las cosas son diferentes. El otro día me llevé una sorpresa increíble. Estaba sentado en una terraza de bar, tomando algo con un amigo y nos pusieron unas patatas fritas de aperitivo, cuando asombrado veo que una pega se acerca a nosotros interesada por nuestras patatas fritas. Cojo una en la mano y se la ofrezco, y cual no sería mi sorpresa, cuando se acerca decidida y con el pico me coge la patata de la mano y se la come. Repitiendo varias veces. En mi vida había tenido una pega tan cerca de mí.Tuve una sensación muy rara. No sabía quién estaba invadiendo el terreno ajeno, si yo, o la pega. En Zardaín las pegas no se acercan a las personas. En Madrid las personas se acercan a las pegas. Paradójico.