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Villardeveyo - Asturias

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España > Asturias > Villardeveyo (Llanera)
08-11-11 01:10 #9068415
Por:No Registrado
Cuentos de navidad
CARTA A LA NAVIDAD DEL 2025

Querido abuelo Juan:
Espero que reciba esta carta antes del 31, pues mi intención es obvia, saludarlo y desear así mismo la mayor felicidad para este año entrante, el 2025. Siempre recuerdo cuando nos sentábamos al pie del dique de nuestra ciudad, a mirar la variedad de viejas latitas de gaseosa que flotaban en él. Hoy le comento, al pasar diariamente por el dique, solo veo las de Coca Cola y una que otra de su competencia, usted sabrá bien abuelo, sólo quedaron como dueñas del mercado la Pepsi y la Coca. A pesar de eso, las recuerdo con mucho cariño, y cada una de esas latas, me recuerdan a usted.
Quería también contarle, que gracias a mis estudios en Harvard y a mis tres idiomas obvios, he logrado conseguir un puesto de trabajo, y con un poco de esfuerzo supe encontrar mi ascenso a la jefatura y poder aplicar todo mi conocimiento en la materia. Gracias a esto, pude comprar una pequeña T.V que quedó muy bonita como centro de mesa, y otra mas importante para nuestro baño compartido con los vecinos del 14 "ab38", pues el ambiente se veía aburrido y es muy agradable ahora, tomar una ducha mientras uno se informa de algunos chismes de famosos. Luego a cenar, y a decidir en familia cuales van a ser los artículos que compraremos el mes entrante. Eso sí, con la ayuda de las ingeniosas publicidades que nos proporciona nuestra nueva T.V, que queda muy bonita como centro de mesa.
Mi querido abuelo. Quiero agradecerle de corazón, el empeño que puso en mi infancia para que estudiase los idiomas y demás títulos y masters. Hoy por hoy, puedo decir que soy un hombre con futuro, orgulloso de sus logros así como de sus virtudes.
Que en este año entrante goce de salud, armonía y felicidad.

Riendote
Puntos:
10-11-11 13:21 #9082899 -> 9068415
Por:No Registrado
RE: Cuentos de navidad
CUENTO DE NAVIDAD PARA INCRÉDULOS

Hay muchos años atrapados en esta celosía. Lleva por dentro los detalles, las horas, los instantes precisos de todas las historias de todos los abuelos de la ribera oriental. Hoy, como de costumbre, se abre al mundo y los abalorios de la abuela flotan desadvertidos por las callejas y las gárgolas de aquel santuario en ruinas. Vacilan mucho las manos y la boca, pero siempre que se quiere un grito interno, abre la jaula y nos transforma en cuadros plásticos maquillados a la usanza de aquellas viejas consejas.

Te anaranjeaba la tarde el borde interior de los pómulos y sobre tus dientes se dibujaban las imágenes marinas repletas de estela y serena entrega. Todos recordamos la más dulce triquiñuela de nuestras mocedades; cada merced lleva la suya atada a las lágrimas en la noche de año nuevo. Cada tarantín de la calle retrotrae la mano tierna que roza a hurtadillas la piel de alguna muchacha, en medio de la multitud de nombres que dejan huella tras el pasar del tiempo. Yo siempre me ralentizaba cuando iba a tu encuentro, era el señor de los caramelos y vos montada en tu risa me dabas el asisito matinal de las frutas del mercado.

Aquí estás de nuevo -solía decirme- eres: diciembre. La página en blanco, un trago que fluye por ríos de gentes y secretos hermosos que se pasean por la plaza. Que maravillan el rostro bañado de aceites delineados en la majestuosidad de una mueca pícara por entre miles de ojos que destejen al tiempo. Pintores que añaden sonidos, a estos cuadros vivos de Rafael, en la pulcritud de su atardecer entre nosotros. Las gaitas, sus voces mágicas, Renato fabricando con sus dedos, todo el amor del poeta para acariciar la ciudad. El chino Jung que nos regala el silencio con la paz de su mirada. La tercera siesta, que es Bellorín en su asalto al salto y los bardos que recorren los sueños guiados por Blas, quien dispara al cielo versos que regresan en cometas furtivos sobre las paredes que se encienden como cuando amanece en tus ojos. Cada vez que llegas, me retrata profundo el ojo del tigre y tu beduina mirada como luna del desierto.

Si vos ahora queréis comprender por qué los incrédulos abundan en diciembre, podrás darte perfecta cuenta, que todo se debe precisamente a que los mercaderes no saben hacer otra cosa que vender para comprar tu alegría. Pero no creáis que en vano un pesebre es la luz del mundo; porque imagina por un momento que todo se hubiese desarrollado en un hotel cinco estrellas: como le pediría al que solo tiene esperanza que creyera en los milagros, si la última estrella que tenía para vender te la había guardado y, de tanto esperar por ti se murió. Por eso el angelito que me diste, todos los días me pregunta: A dónde se fue la dueña de mi imagen si vos te quedaste solamente con la soledad de mi espacio...A mí también me dolió, pero no te preocupes: Diciembre me dijo que este año me exoneraba del llanto, por lo tanto me das un abrazo y te devuelvo para siempre la alegría, que solamente una vez ensoñamos. Feliz navidad! Saboreo aún tus fresas y a estos incrédulos que nos miran.

Riendote
Puntos:
10-11-11 22:41 #9086403 -> 9082899
Por:No Registrado
RE: Cuentos de navidad
Barloventeando
La muerte de Santa Claus.

En un recóndito paraje de la Sierra de Maltrata en el Estado de Veracruz, donde los habitantes no saben, ni les importa, si son poblanos o veracruzanos, existe una pequeña congregación donde los niños se reúnen todos los años el 24 de Diciembre para recordar la muerte de Santa Claus. Al pueblucho de no mas de 200 habitantes, le cambiaron hace diez años el nombre, era conocido como San Pablo Chalchicomula, y hoy se denomina San Pablo de Santa Claus.

Los mayores están convencidos que Santa Claus existió y para firmeza de sus convicciones llevan a quien lo duda a visitar la tumba del mítico personaje que ocupa un privilegiado sitio en el camposanto del lugar, el sencillo túmulo tiene encima una tosca loza de piedra de cantera con una inscripción que reza: “Aquí descansa Santa Claus, murió contento a las 12 de la noche, trayendo regalos a los niños de San Pablo el 24 de Diciembre de 1991, lo recordaremos siempre con tristeza pero con amor”.

Para quienes no creen en la necesidad que tienen los niños de todo el mundo de creer en Santa Claus, les relato la historia tal y como me la relató el delegado municipal de San Pablo de Santa Claus, me pidió que no la diera a conocer en San Pablo pues desde que Santa murió, los niños del pueblo se dedican a hacer muñecos de paja y arena, pretendiendo reproducir la estampa de Santa, de su venta en los tiempos navideños el pueblo recibe algunos pesos que se dedican a la compra de regalos en Orizaba, regalos que traen alegría a los niños de San Pablo, de paso, los mayores que recuerdan la noche en que murió Santa hacen fiesta y banquete. Tienen ya motivo para festejar y recordar una efemérides, ningún otro pueblo del mundo puede darse el lujo de jactarse de tan extraordinario hecho. Noche triste su Nochebuena, pues recuerdan la muerte de Santa, pero al final de cuentas, el pueblo ya tiene algo para recordar, el pobre pueblo, antes que Santa muriera, ni siquiera tenía fiesta del pueblo, la Navidad era triste y vacía. Hoy sigue siendo triste, pero el 24-25 de Diciembre el pueblo se inunda con el recuerdo de su Santo Patrón: “Santa Claus de San Pablo”.

Va la historia, como me la contaron se las cuento yo:

A finales de los treinta, con la oleada de refugiados que huían de la revolución española, llegó un gallego de Vigo, corto de entendederas pero hábil para hacer pan, nunca supo ni porqué salió de España, en su tierra, los franquistas le habían quitado las pocas pertenencias que tenía, en campaña con el ejército le obligaban a hacer pan para la tropa, sin recibir mas paga que los certificados de postguerra, terminada ésta nunca supo a quien cobrar, por instigación de un compañero también tahonero se enroló en un barco con la intención de “hacer la América”; su facha de gachupín le facilitó la entrada por Veracruz, sin saber cómo o por qué llegó a Orizaba, le gustó el clima y el trato de muchos paisanos que encontró y principió a hacer lo único que sabía hacer, hizo pan.

Pensando al igual que muchos refugiados en hacer plata para regresar a Galicia, creció económicamente a base de guardar todo lo que ganaba, llevando una vida miserable aprendió algunos secretos de las finanzas informales, lo que ganaba haciendo pan lo invirtió prestando dinero en condiciones de agio, su vida fue derivando involuntariamente a la misantropía propia de los agiotistas, nada le importaba sino ganar dinero, fue acrecentando sus bienes hasta convertirse en un rico casa teniente de la región, su elemental cultura no le otorgaba mayores placeres que mal comer, mal vestir y ocasionalmente tomarse a solas una botella de vino tinto barato, el único lujo que se permitía.

Pensando en el regreso a Galicia, todo lo que ganaba lo convertía en efectivo, se privó de compañía femenina pues resultaba un gasto que podía evitar, nunca se casó ni tuvo hijos, envejeció sin conocer mas placer que trabajar, ganar dinero y guardarlo, típico avaro que era feliz sin tener necesidad de amar o ser amado.

La fría noche del 24 de diciembre de 1990 regresaba a su casa cansado después de un fatigoso día, sus más de ochenta años de edad le hacían penoso el caminar, un niño limosnero se le acercó a pedir ayuda, que por supuesto negó, el niño le regaló un caramelo de los muchos que reparten en las fiestas decembrinas, continúo su camino y decidió llamar a las puertas de la casa de uno de los muchos deudores que se retrasaban en el pago, al abrir la puerta le invitaron a pasar y a incorporarse a la cena servida, aceptó, dado que no le pagarían y con ello podía ahorrarse el costo de una comida, lo trataron con amor y le despidieron con promesas de pagarle en poco tiempo.

Cerca de su casa pasó por una pequeña iglesia, el sacerdote le invitó a pasar a la sacristía y tomar un trago del vino que le gustaba, aceptó y departió con el sacerdote hasta casi las doce de la noche, se despidió recibiendo del sacerdote la expresión clásica: “Felices fiestas”. Ya para entrar a su casa vio junto a su puerta a tres pequeños acurrucados y tapados con periódicos para soportar el frío, los despertó y los pequeños le sonrieron y solo le dijeron “Feliz Navidad” para volver a enrollarse en sus periódicos y tratar de conciliar el interrumpido sueño; entró a su casa y por primera vez en su vida sintió la soledad que nunca le había molestado, se acostó y rompió en llanto, descubrió que la felicidad compartida es el mas valioso tesoro que puede poseer el ser humano.

Al día siguiente, temprano se dirigió al templo a pedir consejo al sacerdote que le había invitado la noche anterior, lloró relatando su frustración existencial, confesó que los sueños de regresar a Galicia le atemorizaban, primero por que no quería compartir con sus parientes pobres la fortuna acumulada a base de privaciones, y después, muchos años después, por que en Galicia no tenía ya a nadie con quien compartir su vida. El cura quedó azorado ante la disposición del gallego de dar parte de su fortuna a los necesitados, solo atinó a dar un consejo, seguramente influido por el ambiente navideño le dijo: “Alegra a los niños, sé Santa Claus”.

El gallego atendió el consejo del sacerdote, a partir de ese día se dedicó a buscar a quien ayudar, recordando al pequeño que le había dado un caramelo en correspondencia a su negación de darle limosna, tomó por costumbre cargar una gran bolsa cargada de caramelos; en recuerdo de quienes le invitaron a cenar cuando fue a requerirles del pago de la deuda, decidió perdonar a todos sus deudores, entendió el símbolo de la copa de vino compartido y a partir de ese día acudió a los hospitales para dar auxilio a quienes estaban postrados por enfermedad; buena parte de su fortuna la dio a los hospicios para niños de la calle y noche a noche recorría la ciudad auxiliando a los pequeños que encontraba durmiendo en la calle.

Pasó todo el año de 1991 buscando a quién ayudar, hizo mucho más, pero en su fuero interno sufría viendo las muchas miserias que se enseñorean en el cotidiano existir de los pequeños desamparados, fue con su ya buen amigo el sacerdote y le pidió consejo para tratar de calmar el dolor que le causaba la miseria humana y su incapacidad para atenuarla, el sacerdote le repitió el consejo: “Alegra a los niños, sé Santa Claus”. Desesperado y angustiado le preguntó: ¿Dónde, cómo, a quién, cuándo?, el sacerdote le contestó tranquilo: “No puedes ayudar a todos los niños todo el tiempo, pero si puedes dar todo tu amor a quienes solo demandan un rato de alegría cuando la fiesta se presenta, en Navidad buscarás un pueblo de la sierra donde nunca llega Santa Claus ni los Reyes Magos, cuando hallas encontrado los más pobres entre los pobres de la montaña, los más necesitados en la región, aquellos que nunca han pensado que existan las hadas ni los reyes magos, prepárales la visita de Santa Claus, un día de felicidad para ellos les dará un tesoro de recuerdos para toda la vida”.

Cerca de Orizaba abundan los pequeños pueblos donde nunca llega Santa Claus, el gallego se dedicó a buscar uno de los mas miserables, lo encontró en la Sierra de Maltrata, se llamaba San Pablo Chalchicomula. Contrató un pesado camión de carga y lo llenó de ropa, juguetes y golosinas de todo tipo, para dar la imagen real de Santa, compró un traje del personaje y la tarde del 24 de Diciembre de 1991 arrumbó hacia la sierra de Maltrata; el camino es de muy difícil acceso, las cuestas y curvas del camino hacen peligrosísimo el viaje. El Santa gallego no se arredró y a las 11:30 de la noche del 24 de diciembre inició el descenso por el empinado camino; la noche estaba cerrada en la niebla normal en ese tiempo y a esas horas, la difícil cuesta requería de un descenso de mas de 500 mts. de torcidas curvas, en la primera de ellas perdió el control del camión y se volcó, dio dos o tres maromas lanzando la carga cuesta abajo, nuestro Santa Claus salió rebotando entre juguetes, ropa y dulces; el camión quedó atorado cuesta arriba, pero los juguetes, las golosinas y la ropa cayeron junto con Santa hasta el final de la cuesta donde está el pequeño pueblo de San Pablo Chalchicomula. Todos los vecinos despertaron y acudieron hasta donde yacía Santa Claus, quien al ver a los niños sólo alcanzó a decir: “Feliz Navidad, los amo” ... y murió.

Como podrán ustedes constatar, el cuento de Navidad es triste, tal y como es la vida en la sierra mexicana, hay niños humildes que ya no son visitados por Santa Claus, pues murió, tal y como le consta a los niños de San Pablo de Santa Claus, quienes vieron como pronunció con amor sus últimas palabras, la alegría que proporcionó ese 24 de Diciembre a los niños de San Pablo Chalchicomula fue tal, que decidieron ponerle al pueblo“San Pablo de Santa Claus
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