Los informes médicos indican que «Tomasín» nunca recibió tratamiento por su fobia social Tomás Rodríguez Villar, que estuvo escondido de la Guardia Civil dos meses tras matar a su hermano, continúa ingresado en la enfermería de Villabona El Juzgado de Cangas del Narcea ya ha recibido los informes del Servicio de Salud del Principado sobre Tomás Rodríguez Villar, «Tomasín», solicitados por su defensa, que corre a cargo del abogado Manuel García García-Rendueles. Efectivamente, se le diagnosticó hace tiempo una fobia social, pero los informes indican que jamás recibió tratamiento alguno. Los informes apuntalan la tesis que mantiene la defensa acerca del abandono al que fue sometido el presunto homicida, que confesó haber disparado dos perdigones con un arma casera contra su hermano Manuel Rodríguez Villar, entre el 1 y el 3 de septiembre en la localidad tinetense de La Llaneza. El preso aún no ha sido sometido al examen psiquiátrico solicitado por la defensa, con el fin de determinar si sufre alguna enfermedad mental que pudiese haber reducido sus capacidades intelectivas y volitivas en el momento del crimen. Según fuentes cercanas al caso, Tomás Rodríguez villar continúa ingresado en la enfermería de la prisión de Villabona, sometido al protocolo de prevención de suicidios y, por tanto, a vigilancia especial. «Tomasín» se ha adaptado razonablemente a la vida en prisión, a pesar de ciertos problemas al principio de su estancia en el centro penitenciario. Tomás Rodríguez Villar fue detenido en la noche del 29 de octubre pasado, después de permanecer «fugao» en los montes próximos a La Llaneza por espacio de 57 días. «Tomasín», de 41 años, fue arrestado a poca distancia de la cabaña junto a la que mató a su hermano. En su declaración ante la juez del caso, «Tomasín» explicó que su hermano había subido hasta su cabaña amenazándolo de muerte y con la intención de golpearlo, como había ocurrido en otras ocasiones, según su versión. Declaró que era tal miedo que le tenía a su hermano que cargó su destartalada carabina con un perdigón que había extraído de un cartucho de caza del calibre 12. Luego disparó a su hermano, que, lejos de deponer su actitud, intentó abrir la puerta de la cabaña, llegando a arrancar una de las tablas. Entonces, siempre según la versión del presunto homicida, volvió a cargar el arma con otro perdigón que había elaborado él mismo fundiendo un trozo de alambre y disparó por segunda vez. A la juez le aseguró que había visto a su hermano recular y doblarse «como si fuese a devolver». No se quedó a ver qué ocurría, y saltó fuera de la cabaña por la ventana. Luego, durante dos días, acudiría hasta las inmediaciones de la cabaña para comprobar si seguía allí. Según declaró, creía que se estaba haciendo el muerto para tenderle una trampa y cogerlo desprevenido. El sábado 3 de septiembre, el cadáver, con dos orificios en la cabeza, fue encontrado por la Guardia Civil y se inició una caza del hombre en la que se intentaron varias vías para dar con el presunto homicida. Al final se optó por dejar a agentes apostados en puntos estratégicos del monte y esperar a que «Tomasín» cometiese un error. La Nueva España |