Tineo - Asturias

Las posibilidades de mejorar la gestión de la sanidad pública asturiana no dan mucho más de sí. Por consiguiente, si el año que viene hubiera menos dinero disponible, es casi seguro que no quedaría más remedio que recortar prestaciones.

Estas dos aseveraciones resumen la advertencia lanzada ayer por diversos gestores sanitarios, quienes subrayaron que una congelación en el presupuesto de 2011 de la Consejería de Salud, y más aún un eventual recorte del mismo, generaría «problemas» y pondría los servicios públicos en una situación límite.

Los primeros datos esbozados anteayer por el consejero de Economía del Principado, Jaime Rabanal, respecto a las cuentas previstas para 2011 han causado inquietud en los despachos oficiales. Rabanal anunció que el Presupuesto autonómico del año que viene se reducirá a los niveles de hace un lustro, con una caída de unos 337 millones de euros que lo dejarán por debajo de los 4.000 millones. «No hay nada intocable», enfatizó el titular de Economía en alusión a los diversos epígrafes de las cuentas regionales.

Aún no se han concretado las cuantías de las que dispondrá cada departamento, pero en el ámbito sanitario la preocupación ya es notable. No es extraño, pues los servicios de salud disponen este año de un presupuesto de 1.635,7 millones de euros, una porción muy relevante de la tarta total.

En lo que va de 2010, los directivos de la sanidad ya han tenido que apretarse el cinturón para ajustarse a un presupuesto inferior al gasto real de 2009. Ahora confiesan que el cinturón apenas tiene algún agujero más. Máxime si se tiene en cuenta que lo habitual desde tiempos inmemoriales era que las cuentas de la sanidad pública registraran un crecimiento que oscila entre el cinco y el diez por ciento anual. Otro «handicap» se deriva de la rigidez de un presupuesto que en un 50 por ciento se destina a personal y en un 25 por ciento a medicamentos con receta.

Este año se está caracterizando por algunos ajustes que, a juicio de algunos gestores de los servicios consultados por LA NUEVA ESPAÑA, han llevado casi al extremo el margen de ahorro. A partir de ahí, prosiguen, «ya habría que hablar de recortes en la cartera de servicios». Pero esa decisión «es de otro calado y debe ser analizada por el Gobierno», apostillan