San Esteban - Asturias

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Suele el brillo en los licores
ser alegre y encendido,
donde morir, abatido,
un pecho lleno de amores,
que consuela los dolores
de algún amante maldito
que sin temor ni vergüenza
pide feliz un chupito.

Y lo sirve el mesonero
donde tiene su posada
a gente desconsolada
por el amor traicionero,
que le paga buen dinero
según lo que ya está escrito,
que sin temor ni vergüenza
pide su alegre chupito.

Y servido ya en la mesa,
todo parece alegría,
hasta que, llegado el día,
ninguna desgracia pesa,
y eso que luego regresa
la conciencia del delito,
que sin temor ni vergüenza
pide su alegre chupito.

Y no es arrepentimiento
lo que después se lamenta,
sino que es pagar la cuenta
por dar al cuerpo tormento,
si uno se mira sediento
o si se siente marchito,
que sin temor ni vergüenza
pide feliz su chupito.

De modo que no es más cierto,
codiciosos bebedores,
que los curiosos amores
nos causen el desconcierto,
sino que es duro el desierto
donde suplica un bendito
que sin temor ni vergüenza
pide su alegre chupito.

2010 © José Ramón Muñiz Álvarez