Morcín - Asturias

Durante años los españoles de a pié se vieron obligados a peregrinar por los juzgados para reclamar los gastos que les había cargado el banco por la constitución de una hipoteca al comprar una vivienda. Fueron muchísimos los que debieron esperar a que la tradicional parsimonia de la administración de justicia se ocupara del caso que ahogaba sus débiles economías.

Hace muy pocos días el Tribunal Supremo trató el asunto y resolvió que los gastos de la hipoteca debería pagarlos el banco, con lo cual los referidos españoles de a pié vieron como se abría un agujero para poder resolver su problema, pero, quizás por eso de que “poco dura la alegría en la casa del pobre”, lo que antes había sido un largo calvario de reclamaciones toma la vía de urgencia para echar un capote a los bancos, y el Tribunal Supremo, apresuradamente, paraliza la ejecución de la sentencia para volver sobre el asunto. Es que los bancos se quejan de que se verán perjudicados.

No importó antes que los más débiles, los que más necesidad tenían del amparo de la ley, tuvieran que pagar lo que no tenían, y tampoco se dio importancia a que los desvalidos debieran esperar mucho tiempo a que los jueces se ocuparan de ello. Ahora tampoco importa todo esto, lo importante es que los todopoderosos bancos no vean disminuir sus cuantiosos beneficios, porque, según dicen, hay riesgo para la estabilidad económica del país. No se de qué país hablan, porque lo que hay en esta España son muchísimas personas a las que no les alcanza para llegar a fin de mes y unos banqueros que pueden decir, como una persona acaudalada, pero con escasa cultura, decía de si mismo “nado en la ambulancia”.
En resumen, lo del Tribunal Supremo es un ejemplo más de “ayudar al que más puede y palos al del saco”.