Morcín - Asturias

Como era persona conocida aquí en Morcín, relacionada con la gastronomía y la fiesta de los nabos, copio a continuación lo que hoy publiqué en mi facebook.

"MURIÓ IGNACIO GRACIA
Éramos amigos desde hace unos cincuenta años, tal como ayer me lo recordó Covadonga, su mujer, cuando fui a visitarlo al hospital, hacia las ocho de la tarde, pensando que probablemente sería la última vez que le veía. Un amigo común me había llamado para comunicarme que había entrado en coma y que se esperaba lo peor.
Digo que éramos amigos desde hacía mucho tiempo, pero últimamente nos veíamos poco, y como con el tiempo vamos cambiando, cuando hace unos diez días me enteré de que estaba hospitalizado y fui a verlo, tardamos en conocernos. Entré en la habitación, vi a un señor que me pareció más viejo que Ignacio y dije: perdón, creo que me confundí, a lo que el referido señor me contestó: pues sí, debe usted haberse confundido. Pero aquella voz era la potente voz de Ignacio, así que después del “pero … tú eres Ignacio, yo soy Alberto”, quedó todo aclarado.
Cuando los dos vivíamos en Oviedo nos veíamos casi todos los días por lo bares de la calle Rosal o en el Niza, y era entonces cuando Ignacio, teniendo muy claro que quería ser escritor, tomaba nota de todo en una libreta pequeña con unas letras pequeñísimas, como pulgas, que nadie más que él podía leer.
Desde Oviedo, una vez casado con Covi, marchó a Llanes y allí vivió unos cuantos años en una casa grande, de indiano, que no había forma de calentar por el invierno y en la que cuando yo la conocí, en una visita que hicimos mucho antes de que el matrimonio se instalara en ella, había unos cuantos bustos de Napoleón. De Llanes pasó a Sevares, pero a pesar de las invitaciones de que fuéramos a visitarlos y de las promesas de hacerlo en breve, el caso es que quedó sin cumplir el compromiso.
Hace unos cuarenta años, cuando yo pintaba, me prestó Ignacio un libro, creo que de Constantino Cabal, que hablaba sobre La Güestia, del que saqué ideas para preparar una exposición sobre el tema, exposición que no llegó a ver la luz porque me dediqué a otras ocupaciones que absorbían todo mi tiempo. Unos de los cuadros gustó especialmente a Ignacio, decía que representaba a la mujer que engañada por la claridad de la noche con luna salió de su casa y cayó en poder de la güestia. Hace dos o tres años, en una visita que el matrimonio nos hizo a Argame, por fín, después de tantos años, Ignacio se llevó el cuadro que tantas veces yo le había prometido.
Ya dije más arriba que éramos amigos, pero quiero añadir aquí que Ignacio se portó siempre muy bien conmigo. Cuando fui objeto de una implacable persecución en mi etapa de Secretario de Ayuntamiento, hace unos treinta años, me hizo Ignacio una entrevista que publicó La nueva España a toda página, lo que fue para mí una inyección de moral que me animó a seguir defendiéndome hasta llegar, como llegué, a recuperar mi puesto de trabajo, a cobrar todas mis retribuciones más los correspondientes intereses y a conseguir la inhabilitación del alcalde. Después de aquello mi amigo Ignacio habló de mi varias veces en sus escritos en los periódicos y en sus libros, siempre en términos elogiosos. Ignacio, los verdaderos amigos son los que siguen siéndolo en tiempos difíciles y se ayudan en todo lo que pueden. Muchas gracias, y descansa en paz.
Para ti, su inseparable Covadonga, un fuerte abrazo como el que ayer nos dimos cuando me decías que no esperabas que pudiera salir del coma, que el desenlace estaba próximo y que, así es la vida, una vida que Ignacio vivió como quería, leyendo, escribiendo, y pasándolo bien con sus amigos, con una propina de doce años a partir de su primer e importante bache en su salud, del que entonces os habían dicho que probablemente no saldría.
Para el resto de sus familiares y sus muchos amigos, vayan mis condolencias."