Morcín - Asturias

En Argame,en un espacio libre de edificación, de uso público, habilitó el Ayuntamiento un lugar para que los niños puedan jugar al balón. Allí había unos nogales a unos tres metros del borde que limita con la vía del ferrocarril, que fueron plantados hace algunos años cuando en una parte de ese espacio sin edificar fue acondicionada una zona de juegos infantiles.
Cuando se comentó que los nogales limitaban la posibilidad de jugar al fútbol, y se propuso cortarlos, algunos vecinos mostraron su disconformidad y no se llevó efectos la tala, pero hace pocos días, yo lo acabo de ver hoy, fueron talados, excepto uno, los referidos nogales.
En mi opinión estos nogales no eran un estorbo para que los pocos niños de Argame dieran de vez en cuando unas patadas al balón, dejando sentado que no se trata de una campo reglamentario, y que si los árboles hubieran sido debidamente separados linealmente por una valla, quedaba espacio más que suficiente para que los niños, pocos como digo, se entretuvieran.
La tala de los nogales es un mal ejemplo para todos los vecinos que, ante la disparidad de opiniones, no tuvieron la oportunidad de contrastarlas para intentar llegar a un acuerdo o, en su defecto, seguir el parecer mayoritario, pero es más importante el mal ejemplo que se da a esos niños a los que se quiere favorecer.
Los niños suelen ser egoístas y piden sin tasa, así que debió hacérseles ver que en este mundo hay que convivir, dando prioridad a lo que es más importante y mejor para la mayoría. Para que ellos, los niños, puedan disponer de más espacio del que racionalmente necesitan, no se les debe dar todo lo que pidan, o incluso lo que ni tan siquiera pidieron. Los nogales estaban ahí y podían continuar en su sitio sin perjuicio para el entretenimiento de los niños, así que es un mal ejemplo que estos vean como se acaba con los árboles, que estaban destinados a vivir mucho tiempo en aquel lugar, para que ellos, muy pocos, puedan dar unas patadas al balón esporádicamente.
Dentro de algunos años, cuando a los que hoy son niños ya se les hayan quitado las ganas de dar patadas a un balón, el único nogal que se salvó del nogalicidio seguirá en su sitio, cobijando pájaros variados, oxigenando el ambiente, adornando el paisaje, y dando nueces y sombra. Entonces alguno recordará, o le recordarán, que había allí otros árboles iguales y, si aprendió a respetar la naturaleza más de lo que la respetaron quienes promovieron su tala, probablemente lamentará el hecho, y dirá que le habría gustado ver todos aquellos nogales grandes y frondosos para que sus hijos y otros niños pudieran jugar, respetándolos, cerca de ellos.