Llanes - Asturias

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-En Djibouti, declarado desde años atrás territorio francés de ultramar y denominado Costa Francesa de los somalís, comenzaban los disturbios entre la etnia afar deseosa de continuar en el seno de la República Francesa y los issa, partidarios de unirse a la Somalia británica.
 
-Allí tuve un encuentro gracioso con un viejo somalí de la etnia afar. Antiguo combatiente de las dos guerras europeas; en la primera, -“la drôle de guerre”-, al costado del Mariscal Pétain. En la segunda, la mayor parte del tiempo en la Resistencia; escondiendo su piel morena en el maquis pirenaico de las perversas intenciones de los abundantes colaboracionistas. Como si Pétain, colaboracionista él mismo, hubiera querido cobrarse el montante de ciertas trastadas que el djiboutiano le había hecho durante la primera guerra en la campaña de Verdún.
 
-Alto y muy flaco. Cubierto con un turbante y vestiduras blancas, parecía una aparición fantasmal desviada del sendero que conduce al purgatorio. Descansaba reclinado bajo un sombrajo de ramas de palmera al lado de una especie de botijo al que no quitaba el ojo. Pues el agua dulce en Djibouti, donde los lagos y los ríos son todos de agua salada, es valorada al precio que tiene la vida.
 
-Cuando me dirigí a él en francés requiriéndole información sobre algún buen restaurante, muy sorprendido, abrió los ojos como sartenes y levantándose con un vigor inusitado, respondió con voz poderosa: - Mais... chez moi, monsieur. Venez vous chez moi.En toute humilité je vous offre une table avec moi.
 
-Más que por la legendaria acogida que se le atribuye a los musulmanes, pienso que aquella esplendidez era debida a la necesidad que tenía aquel anciano de explayarse utilizando la lengua colonial. Y le dio buen resultado; pues cayendo rehén de la cortesía debida, no tuve otro remedio que soportar la historia de las dos guerras. Contadas profusamente por aquel guerrero de ébano.
 
-Recibía la pensión de Antiguo Combatiente del Ejército Francés, y eso en Djibouti representaba ser un hombre rico.
 
-Me condujo a su “palacio”. Pues aparte las apabullantes construcciones militares francesas, el resto del poblachón estaba constituido de humildísimas casas de entre las cuales destacaba la enjabegada del jovial Mustafá. Me presentó a su nuera y a varios nietos. Dio instrucciones para que añadieran un cubierto más en la mesa, y comenzó a desgranar las batallas en que había intervenido al costado del mariscal durante el acoso y derribo de Verdún y su comarca. Porque Mustafá había sido uno de sus asistentes; uno de sus “machacas”:- Je doit être le doyen; le dernier survivant de la Grande Guerre.- me decía.
 
-Lo que mejor recuerdo de varias horas de farragoso palique, además de las manos de cabrito más exquisitas que jamás hubiera comido, fue la descarnada narración que hacía de cómo habían perecido casi siete cientos mil soldados franceses y alemanes, entre febrero y diciembre del año 1916 en aquella carnicería en las colinas de la orilla derecha del río Mosa a su paso por Verdún. Y de cómo a pesar del terror y del horror, se “machacaba” a las queridas de Pétain durante las frecuentes ausencias del mariscal. Al contar aquello aminoraba la intensidad de su vozarrón y poniendo una mano de pantalla, miraba hacia la derecha y hacia la izquierda como cerciorándose de que nadie más que yo lo escuchaba. Realmente allí nadie más podía escucharle, o entenderle; pues salvo él y yo, los demás solo hablaban y comprendían la lengua cusítica.
 
-En un viaje posterior que yo hice a Francia, en homenaje y recuerdo de Mustafá el somalí hice una visita al Memorial de la Batalla de Verdún. Fue imposible sustraerme de un pavoroso choque emocional al ver aparecer ante mi vista aquella enorme explanada con un millón de cruces plantadas; aquel osario que almacena cientos de toneladas de fémures y calaveras; y aquellas ruinas del “Village Fleuri” oliendo aun a cadáver, -creedlo muchachos-. Aquel conjunto monumental hace honor a los caídos de la colosal barbarie.
 
-Somalia. Escaramuzas tribales de las que no eran ajenos los intereses soviéticos en toda la zona...
 
-Kalikatres