Vital Aza Un día tal como hoy, pero de 1851, nace el escritor, comediógrafo y humorista, Vital Aza. Para recordarle, os inserto una de sus poesías más famosas. Espero que os guste, y que la disfruteis. EGO SUM Al despuntar la mañana, tras una noche serena y en fecha ya muy lejana nací en la Pola de Lena, hermosa villa asturiana. Como nací no lo sé; no recuerdo la postura, porque yo no me fijé; pero hay gente que asegura que yo he nacido de pie. Quizás la gente no acierte; mas ni me quejo, ni soy de los que piden la muerte, porque, la verdad, estoy muy contento con mi suerte. Y pues me mandan que escriba mi semblanza, en confianza, aunque el rubor me cohiba, hagamos en la semblanza historia retrospectiva. Inocente criatura sin pizca de travesura, pasé mi infancia en la Pola halagándome una sola idea: la de ser cura. ¡¡Yo cura!!... Estuve acertado al no cumplir mis deseos, pues con lo que me be estirado siempre me hubiera faltado paño para los manteos. Perdida la vocación, dejé sermones y pláticas; tiré el Nebrija a un rincón, y empecé las matemáticas en la villa de Gijón. Como era buen dibujante, obtuve, siendo un chiquillo, mi plaza de delineante, y fui después ayudante del ingeniero Castillo. Casi a palmos estudié el ferrocarril de Oviedo, ¡y jamás olvidaré los diez meses que pasé sobre el túnel de Robledo!... Cansado de dibujar y de tanto cubicar en el campo y la oficina, vine a Madrid a estudiar, ¿qué diréis? Pues... ¡Medicina! Seguí mi nueva carrera con decisión verdadera. Hoy soy todo un Licenciado, y juro que no he matado un solo enfermo siquiera! A San Carlos asistía de ardor y entusiasmo lleno, y aunque el tiempo compartía entre Galeno y Talía, venció Talía a Galeno. Mi amigo Ramos Carrión, que siempre fue para mí amigo de corazón, me dijo: —Quédate aquí, y no pienses en Gijón. ¡No seas un inocente! Con la humanidad doliente el negocio es problemático. Tu porvenir, francamente, está en ser autor dramático.» Siempre obediente y formal, seguí el consejo leal. Hoy vivo de lo que escribo, y pues vivo como vivo no debo escribir muy mal. ¡No escribo mal, no, señor! ¡Vaya si soy escritor! Créanme ustedes a mí. Hay eximios por ahí que escriben mucho peor. Tengo gracia y humorismo... Me dirán que esto es cinismo. Lo será, no lo discuto; pero no he de ser tan bruto que hable yo mal de mí mismo. Soy de carácter jovial. De salud estoy tal cual; viviendo en un ten con ten. Unas veces vamos bien y otras veces vamos mal. Paso mi vida cantando, y si estoy de mal humor —que lo estoy de vez en cuando— me curo tarareando, que es el remedio mejor. De música no he de hablar. Sobre este particular no me atrevo a discutir. Yo tan sólo sé sentir la música popular. En mi vida pude yo entender, ni entenderé, lo que algún genio expresó en esas latas en re y esos infundios en do. Pero, en cambio, el alma mía siente emociones extrañas cuando oigo al caer el día esa vaga melodía del canto de mis montañas. De mi físico, deseo hablar, para terminar. Hay quien dice que soy feo, y, la verdad, no lo creo. Creo que soy regular. Y aunque en el retrato estoy como soy: ¡Feo! No voy a renegar de mi casta; pues para mis hijos soy hermoso, y eso me basta. ¿Que soy largo? ¡Dios lo quiso! Y así soy hombre de viso. Y al ser largo me hago cargo de que en el mundo es preciso ser como yo soy: ¡Muy largo! Y por sabido se calla, que de Trujillo a Tafalla y de Castellón a Suances, no hay otro autor de más talla, ni otro hombre de más alcances. Y bien merezco el respeto, pues, sin pecar de indiscreto, y sin pretensiones raras, puedo meterme, y me meto, en camisa de once varas. ¿Queréis discutir? ¡Locura! No me vengáis con cuestiones, pues gracias a mi estatura, rayo siempre a gran altura en todas las discusiones. Abur, y basta de chanza. Mi semblanza se acabó; pues soy largo y se me alcanza que ha salido mi semblanza casi más larga que yo. |