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Felechosa - Asturias

Poblacion:
España > Asturias > Felechosa (Aller)
05-12-12 20:45 #10835146
Por:No Registrado
Don Juan de Felechosa
José Ramón Muñiz Álvarez
“EL BURLADOR DE SEVILLA” O “EL RETRATO DE DON JUAN”
(drama escrito en verso y
en un único
acto)

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ESCENA I

En una posada lóbrega, el mesonero y el mozo atienden a don Juan.

DON JUAN-. Pon, mesonero, un cabrito,
que lo podamos yantar,
y el buen tinto del lugar,
que beberlo no es delito.
MESONERO-. Es el licor exquisito,
y es el carnero sabroso,
que, quien lo bebe goloso,
quien lo come con placer,
goza en beber y en comer,
y halla el sueño y el reposo.

MOZO-. He de mirar el añejo
que nos queda en la bodega,
pues hay vino de la Vega,
entre lo tinto y bermejo.
MESONERO-. Vale mirar su reflejo
y el transparente cristal,
que ese licor celestial
es el mejor de la casa.
DON JUAN-. Venga ese pan que se amasa,
aunque cueste un capital.

MESONERO-. A tan noble caballero,
pues es hombre tan gallardo,
el mejor vino le guardo,
que bien vale su dinero.
MOZO-. No será el vino ligero
para tan alto señor,
pues es hombre de valor
y notable señorío.
DON JUAN-. Dicen que soy todo brío.
MESONERO-. No, que no falte el licor.

Porque el vino es alimento
de la fuerza y la osadía,
del vigor, la gallardía,
de la virtud y el contento.
MOZO-. El aire, con fino acento,
el mejor licor embriaga
cuando su aliento empalaga
con sus más finos olores.
DON JUAN-. Beberé hasta los albores
si ese candil no se apaga.

MESONERO-. Y es que lo dicta el mandato
de quien es hombre gentil,
pues que, siendo tan viril,
se somete a su arrebato.
DON JUAN-. Pero si el vino barato
enciende la gallardía,
llena el alma de alegría,
quiero el que vale dinero.
MOZO-. Al punto vendrá el cordero
y el vino en la jarra fría.

DON JUAN-. Beban otros vino aguado,
que el capricho peregrino
me hace querer mejor vino
para saciar mi pecado.
Ducado sobre ducado,
pagaré lo que se deba,
mas el vino que yo beba
ha de ser de calidad.
MESONERO-. Decís, gran señor, verdad,
pues de ello habéis dado prueba.

DON JUAN-. Vos, mesonero, sabed,
que, además de bebedor,
hombre soy galanteador,
y que también eso es sed.
MESONERO-. El buen vino, su merced,
ha de encontrar delicioso.
DON JUAN-. Digo que soy caprichoso
en las lides amorosas,
y en este jardín las rosas
quiero tomar yo gozoso.

MESONERO-. Noble sois, y caballero,
con la furia que, encendida,
hace más bella la vida
del valiente pendenciero.
DON JUAN-. Yo no reparo en dinero
si un capricho se me da,
pero el alma aprieta ya,
entre raros devaneos.
MESONERO-. Si explicáis vuestros deseos,
todo es decirlo y ya está.

DON JUAN-. Una gracia se derrama
y, alucinando mi vista,
niega que el cielo me asista,
pues admiro yo su llama.
MESONERO-. ¿Es esa gracia una dama
de las que ofrecen provecho?
DON JUAN-. Es como un clavo en mi pecho
y quiero su luz primera.
MESONERO-. Nunca falta una ramera
que no ejerza con despecho.

DON JUAN-. Hablo, en fin, de Carolina
de Bernárdez del Espino,
duquesa de Puerto Fino
de la Sierra y de Medina,
quien, de la reina menina,
prometida del infante,
ha de pasar un instante
de placer y de amorío
con quien es furia del río
que desciende delirante.

MESONERO-. Es mujer de nombradía
y de alcurnia esa señora,
como para, sin demora,
querer su amor en un día.
Y no quiere compañía,
sino el más rancio abolengo.
DON JUAN-. Yo de nada me prevengo,
que me quiero solazar,
y en mi amor se habrá de hallar
al placer de un tiempo luengo.

MOZO-. Esa señora, señor,
es de la vieja nobleza.
DON JUAN-. Bien lo dice su belleza,
que es ella rosa de amor.
MESONERO-. No habrá de daros su amor,
siendo tan alto el linaje.
DON JUAN-. No me infames, que es ultraje,
y ha de cruzarte mi espada,
pues antes de la alborada
la cobrará mi coraje.

MESONERO-. Si, sencillo, en tal aserto
os he osado corregir,
es porque se ha de advertir
el peligro que os advierto.
DON JUAN-. Sé cuidarme, pero es cierto
que eres un hombre prudente,
y yo te digo vehemente
que esa mujer, bella estrella,
ha de sentir mi querella
y ha de rendirme su fuente.

MOZO-. Es empresa peligrosa
conseguir a esa mujer.
DON JUAN-. Otra nunca podrá ser,
pues no hay otra más hermosa.
Quiero en mi lecho, gozosa,
ofrecerle la alegría
de mi valiente osadía
y mi pasión inconstante:
seré su mejor amante
antes de llegar el día.

MOZO-. Su cuna es la misma altura
y la protege la ley,
que ella es parienta del rey,
rica y noble por ventura.
DON JUAN-. Pues de tanta galanura
me he tornado en amador,
y, por servirla mejor,
en tenerla yo me ufano,
que, pues yo soy sevillano,
no soy menos burlador…

Mas me siento confundido,
porque tras esa ventana
miro la misma mañana
cuando el sol está escondido.
¿Qué rayo de luz ha sido,
que suspendió, siempre puro,
en ese pincel oscuro,
ese brillante destello?
Y qué raro me atropello
al hallarme en este apuro…

Porque nunca sospeché
que tal belleza existiera,
y la desdicha encendiera
del capricho que pensé.
Porque si tantas amé,
tal amor fue una mentira,
y ahora mi mente delira
por un amor verdadero,
pues que se ofrece sincero
cuando en mi pecho suspira.

MOZO-. Doña Marta, señor, es,
hija del procurador,
mujer casta y con honor,
la sobrina del marqués.
DON JUAN-. Habré de rendirme pues,
que, viendo tanta hermosura,
no tiene ya el alma cura
para el amor y su encanto,
que del daño soy quebranto
y del dolor soy locura.

MESONERO-. Y no es moza casadera,
puesto que está prometida.
DON JUAN-. En ello me va la vida,
y poco importa que muera,
si, de su amor a la espera,
no la pudiera tener,
que el amor de esa mujer
digo que me ha trastornado,
que ya estoy enamorado
y al amor he de ceder.

Porque se rompe en mi pecho
la admiración encendida,
la esperanza de la vida,
el dolor de mi despecho,
y siento en mí que es derecho
regalarme a este volcán,
porque, vuelto el lubricán,
después de dar este paso,
no ve el sol, tras el ocaso,
que es hombre nuevo don Juan.

MESONERO-. ¿Pero don Juan sois, señor,
en esta humilde posada
que no mira la alborada
cuando amanece el albor?
MOZO-. Y es famoso en el amor,
por sus lances amoríos,
el que luciendo sus bríos
a tantos les dio la muerte.
DON JUAN-. Yo soy don Juan, el más fuerte,
dueño de mil señoríos.

MESONERO-. ¡Hombre rico y gran galán!
Que nadie más atrevido
con la muerte supo, esquivo,
ser burlón como don Juan.
MOZO-. ¡Un auténtico volcán
de locura y desvarío!
Pues, si hay que luchar, es frío,
y si el amor se le ofrece,
lleno de fuego aparece
cuando se siente el rocío.

DON JUAN-. Don Juan soy, el calavera,
el noble, el rico, el villano,
valiente, fuerte y ufano,
de la trifulca a la espera.
Pero si el amor me hiriera
como pienso que me ha herido,
soy un gorrión en el nido,
anhelo de paz y calma.
MESONERO-. Pero a mí me dice el alma
que nunca seréis vencido.

¿Quién con don Juan la pendencia
le supiera mantener?
Y galán con la mujer,
que es esa difícil ciencia…
DON JUAN-. Mas me turba la conciencia
la presencia del amor,
que no he probado el licor,
y ebrio de felicidad,
aun anhelo la beldad
que ha causado mi dolor.

MOZO-. No tenéis que repetirlo,
que ya os precede la fama,
y no existe alguna dama
que no deje de decirlo.
DON JUAN-. Pues a costa de vivirlo,
vivo quemando el dinero,
y, con aire pendenciero,
gasto lo que no me dan,
porque don Juan es don Juan,
y es don Juan un caballero.

MOZO-. Nadie, don Juan, ha ignorado,
vuestro afán, la voz osada,
la bravura engalanada
que os muestra tan animado.
Bien el retrato ha trazado
quien dice que sois valiente,
aguerrido y que, insolente,
sois quien más sabe de amor.
DON JUAN-. Diré yo que en mi favor
hablar suele bien la gente.

MOZO-. Imperturbable el mirar
que muestra la noble cara,
la arrogancia nunca avara,
pues es digna de admirar.
Quien os quiera retratar,
en su página, templado,
describe a un hombre plantado,
nunca un villano mezquino,
pues, aunque sois libertino,
para vos me habéis ganado.

MESONERO-. Como acero toledano,
donde forja acero y plata,
sois la espada que arrebata
la vida al más soberano.
Sois duelista, y nunca en vano
resuena vuestra amenaza.
DON JUAN-. Pocos son los de mi raza,
que soy persona atrevida:
con peligro de mi vida,
toda ventura me abraza.

Y sabe bien mi conciencia
que mi gracia se resume
en amar ese perfume
que desprende toda esencia.
Y me empuja a la violencia
y a volverme reñidor
de una dama su favor,
de un orgullo el gran linaje,
que discuto con coraje
si la riña es por amor.

MOZO-. Cuentan que España encendía
con gran rigor vuestra fama,
pues no queda ya una dama
libre de vuestra osadía.
MESONERO-. Se sabe la bizarría
que cuenta cada testigo,
desde el noble hasta el mendigo,
si se os vio la espada en mano.
MOZO-. Vos sois noble sevillano.
DON JUAN-. Me dio Sevilla su abrigo.

MESONERO-. Que muchos, en fin murieron
al aceptar desafiaros,
que caro sale retaros
y pocos sobrevivieron.
DON JUAN-. Ninguno, pues os mintieron
quienes tal cosa contaron.
MOZO-. Dicen que os desheredaron,
pero, que dándoos igual,
en la guerra un capital
vuestras manos encontraron.

MOZO-. Don Juan, hombre de fortuna
que visita nuestra casa,
su de amores no se abrasa
cantando amor a la luna.
MESONERO-. Es la ocasión oportuna
teneros aquí, señor.
DON JUAN-. Soy la guerra y el amor
en extraño maridaje.
MOZO-. Es gusto dar hospedaje
a un tan ilustre señor.

DON JUAN-. Nada más bello parece
que el encanto femenino,
pues mejor sabe que el vino,
si en plena noche florece.
Y cosa buena se ofrece,
bueno es que me parezca
que no hay cosa que se ofrezca
como el más caro tesoro
(dejando al margen el oro),
si el ánimo desfallece.

Y, al burlar a las mujeres,
cumplo con gusto mi sueño,
porque, siendo de ellas dueño,
no me faltan más placeres.
Tras luchar por sus quereres,
prometiendo mil veladas,
yo las dejo abandonadas
en el plazo de unos días
y, en tristezas y alegrías,
pronto serán olvidadas.

Y, si llena de hermosura,
muestra desdén y dureza,
eso es muestra de limpieza,
de inocencia y de dulzura.
Que ya la suerte se apura,
y hallo que soy receloso,
pues que nada es más hermoso
que llevar al arrebato
a una dama con recato
por un camino gozoso.

Y es que yo, enamoradizo,
a las mujeres cortejo
como quien el vino añejo
prueba siempre antojadizo.
No me disgusta el hechizo,
no importa si triste imploro,
que es que yo las enamoro
para buscar la ventura
en una nueva hermosura
que he de tener por tesoro.

Que me siento yo en amores
y burlo de ser sincero
como el mayor embustero,
que sabe pedir amores.
Les suplico sus favores,
mas, después de conquistada,
dicta la corazonada
que la dama es aburrida,
y he de buscar enseguida
otra flor con la alborada.

MESONERO-. Don Juan, pues, con nombradía,
don Juan, pues, con honra tanta,
cuando llena la garganta
del buen vino que solía.
MOZO-. Don Juan, que siempre mentía
a la mujer con engaños,
causando estragos y daños
a las doncellas vehementes
que siguieron inocentes
esos crueles desengaños.

DON JUAN-. Pero vamos con el vino,
y que suene una guitarra
mientras, bebiendo la jarra,
el buen carnero termino,
que es el hambre desatino,
si, esperando buena mesa,
la necia impaciencia apresa
a quien viene aquí a yantar.
MOZO-. Al punto no ha de faltar.
MESONERO-. Será el postre gran sorpresa.

DON JUAN-. Pues servidme los licores.
MESONERO-. No han de faltar, mi señor.
DON JUAN-. Si no me embriaga el licor,
menor mal será el de amores.
Y en aquellos corredores
ya admiro, tras la ventana,
una plebeya lozana
con quien solazar la tarde,
que es el ánimo cobarde
si su ventura no gana.

ESCENA II

El mozo sale por la puerta que va a la bodega y el mesonero sale por la de la cocina.

DON JUAN-. No son pocos los dineros
que en esta tierra he ganado,
y falta me hace un criado,
que es de nobles caballeros.
Siempre van con escuderos
y con séquito vistoso,
que un bullicio estrepitoso
reclama la nombradía,
y es honra a la bizarría
en un hombre tan famoso.

Y es que si entrase al servicio
de don Juan ese muchacho
de dicha estará borracho
por poder mudar de oficio.
Aprenderá todo el vicio
que es preciso, que la vida,
corre apurada y la huida
del tiempo llega a la muerte,
que hay que apostar por la suerte
con la pasión encendida.

No sabrá decir que nones,
pues es joven ingenioso,
y quién sabe si gozoso
se hará un rompecorazones.
No le faltarán razones
para verse agradecido,
que él mismo tendrá partido
en mi dinero y ganancia,
que siempre tiene abundancia
quien en la guerra ha vencido.

A España lo he de llevar,
y conocerá Sevilla,
y del río, ya en la orilla,
podrá conocer el mar.
El arte sabrá de amar,
tendrá valor en mentir,
y con gracia seducir
como el más vil pecador,
si la gracia del amor
se lo vinera a exigir.

Grande será la ventura,
buena será nuestra suerte,
y, enfrentados a la muerte,
conocerá mi bravura,
que no sé ya si es locura
la bravura de don Juan,
porque, con llama y afán,
es don Juan todo un tornado,
y pues al punto ha llegado,
mil damas más lo amarán.

Y no faltará el acero
para quien quiera estorbar
mis licencias al amar,
si a una dama yo la quiero.
Corazón aventurero
es este mi corazón,
que, al margen de la razón,
se hace todo demasía
si puede la fantasía
engendrarlo en la intención.

Conmigo ganará fama
y así podrá prosperar,
y, en mudando a otro lugar,
querrá atrapar a una dama.
Viva el vino que derrama
en el alma la alegría,
viva en don Juan la osadía
y lo ganado en la guerra,
y viva también su tierra,
puesto que es la tierra mía.

Que el plazo de una semana
impone que emprenda el viaje,
y llevar el equipaje
no es digno en quien honra gana.
Quien de fortuna se ufana
debe gastar sus dineros,
que es de nobles caballeros
lucir grandes esplendores
y dar gala a los amores,
aunque son perecederos.

Tierra dichosa la mía,
ya que soy buen sevillano,
y el acero toledano
bien conoce mi hidalguía.
Sevilla, que es la poesía,
la belleza de su brillo,
lugar donde mi castillo
lucirá y mi desenfreno,
y alegría y vino bueno,
en quien nunca fue sencillo.

Y ha de ser largo ese viaje,
pero al cabo he de volver,
que mi tierra quiero ver
y reclamar mi linaje,
pues me ha llegado el mensaje,
de que, aunque desheredado,
ya mi destierro ha acabado,
y, acabado mi destierro,
no ha de volver como un perro
quien en la guerra ha ganado.

ESCENA III

Viene el mesonero con el cabrito.

DON JUAN-. Y viene al fin el cordero
que es un preciado manjar.
MESONERO-. El vino habréis de probar,
que debiera estar primero.
DON JUAN-. Hay algo más, posadero,
que yo quisiera saber.
MESONERO-. Yo, con mi torpe entender,
os daré satisfacción.
DON JUAN-. ¿Qué tal mozo es el garzón
que el vino me da a beber?

MESONERO-. No os comprendo, buen señor.
Acaso alguna torpeza
ha cometido esa pieza,
que no trae aquí el licor.
DON JUAN-. No le hacéis vos gran favor.
Lo quiero para escudero,
y ha de ver el mundo entero
si me quiere acompañar,
que yo lo habré de llevar
a los lugares que quiero.

MESONERO-. Es persona de confianza
y años lleva en el mesón,
pero es borracho y glotón
y le falta la templanza.
DON JUAN-. En eso virtud alcanza
y pienso yo que es gran arte,
si sabe tenerse aparte,
cuando los duelos emprendo,
porque no es justo, yo entiendo,
que me sirva a mí y a Marte.

ESCENA IV

Vuelve el mozo con la jarra de vino.

MOZO-. Aquí, señor, está el vino.
DON JUAN-. Tente, chicuelo, un momento,
que, raudo, mi pensamiento
a mí llega peregrino.
MOZO-. No comprendo ni adivino,
solo pedid, mi señor,
que si queréis más licor,
con gran gusto os lo procuro.
DON JUAN-. Una cosa me figuro.
¿Quieres ser mi servidor?

Aventuras, buen dinero,
muchos viajes por el mundo,
un porvenir que fecundo
se te ofrece y es ligero,
porque el tiempo lisonjero
solo regala, en verdad,
alguna oportunidad
a quien acaso gobierna
un mesón o una taberna,
ya que no tiene heredad.

Don Juan empieza a beber buenos sorbos de vino.

MOZO-. Señor, me muestro encantado
si mi servicio tomáis,
mas quiero que me digáis
cómo en mí os habéis fijado.
DON JUAN-. Por tu ingenio espabilado
y porque hablas castellano
en esta tierra, que en vano
he de hallar a otro mejor.
MOZO-. Os he de servir, señor,
como al mejor soberano.

Poco a poco, don Juan va comiendo del cordero que le han servido.

DON JUAN-. Pues eres acaso un hombre
que muestra talento fino,
hoy risueño es el destino
con tu suerte, y no te asombre.
Mas ahora dime tu nombre,
que te sepa yo llamar.
MOZO-. Peter me suelen nombrar,
que eso es Pedro en castellano.
DON JUAN-. Puedes, Pedro, estar ufano,
que me vas a acompañar.

Verás duelos y amoríos,
borracheras y emociones,
pendencias, duelos, traiciones,
locuras y desvaríos.
Que nunca fallan los bríos
ni se enfría la pasión
en quien hace la pasión
ser más fuerte que un volcán.
MOZO-. He de seguiros, don Juan.
DON JUAN-. Me lo daba el corazón.

MESONERO-. Tiene el muchacho, don Juan,
buenas dotes y es agudo,
que en lo que hizo falta pudo
aprender el perillán.
Era un pobre ganapán,
y ha trabajado a mi abrigo,
y años lleva ya conmigo
en el mesón que aquí veis,
y espero que lo llevéis.
MOZO-. Mesonero, yo os bendigo.

DON JUAN-. Pues está ya a mi mandado,
y, pues soy derrochador,
yo, como buen pagador,
la soldada he triplicado.
Y, si os dejo sin criado,
quiero daros, mesonero,
ya que soy un caballero,
una buena recompensa,
pues es mi fortuna inmensa
y no me falta el dinero.

MOZO-. Ha de ser buena la vida
con tan noble caballero.
DON JUAN-. Buena ha de ser y encendida
como el valor de mi espero:
que lo disfrutes espero,
porque será tu existencia
placentera y, en conciencia,
no ha de faltar la aventura.
MOZO-. Juego, bullicio y locura…
DON JUAN-. Pero nada de abstinencia.

Buscar amor y emociones,
burlar a tiernas doncellas,
acariciar las estrellas
al trepar por los balcones.
MOZO-. ¿Todo es romper corazones
y olvidar al otro día?
¿Todo es buscar la alegría
y mostrar valiente empeño?
MESONERO-. Todo es ser del amor dueño
y mostrar gran gallardía.

¿Quién fuera joven de nuevo
y tuviera la arrogancia
para partir hasta Francia
como valiente mancebo?
Que en los años que yo llevo
de mesonero, he sentido
todo este tiempo aburrido,
algo ruin y cotidiano.
MOZO-. ¡Viva el desorden mundano!
¡Viva el loco sinsentido!

DON JUAN-. Y, pues estás contratado,
probarás tu bizarría,
haciendo una tercería
y obedeciendo el mandado.
Una carta he redactado
que habéis de llevar a Marta,
y, en entregada la carta,
otra para Carolina
llevaréis, que es cosa fina
de la que el diablo me aparta.

MOZO-. ¿Son esas cartas de amores?
MESONERO-. Mal haces en preguntar…
DON JUAN-. Déjalo, que ha de mirar
como los murmuradores.
La carta es de amor, señores,
y lo cierto es que yo sé
quién quiere saber y qué,
porque, si hube de escribirla,
no me importa repetirla
en voz alta, digo a fe.

El mozo despliega el papel.

MOZO-. En verso viene el escrito:
“Doña Marta, gran señora,
llama de luz que enamora
con dureza de granito,
he de sentirme maldito
renunciando a tal amor,
pues que me causa dolor,
daño me hace la alborada,
cuando al ver vuestra mirada
me refleja su color”.

Buen inicio, señor mío,
que eso es saber escribir.
MESONERO-. Raro verso he de decir,
todo pasión y amorío.
Son versos llenos de brío.
DON JUAN-. Son los veros que ha de hacer
quien pretende a una mujer
y entrar quiere en su aposento.
MOZO-. Es un alto pensamiento.
DON JUAN-. Y pensar es menester:

La mujer es exigente
en cuanto a la cortesía,
pues la pide cada día
de la forma más vehemente.
Si, se habla de amor ausente,
es cuando ella se enamora,
y, rendida la señora,
se dispone a dar su amor,
confiando en el amador
que ha de dejarla a la aurora.

Y, como soy todo amores
y quiero la variedad,
nobles damas en ciudad
busco en los alrededores,
si no son de los pastores
las hijas lo que yo quiero,
que quiere el primer lucero
que nace con su granizo
enredarme con su hechizo,
si mayor amor espero.

MESONERO-. ¿No es en vano?
MOZO-. ¿No es alarde?
DON JUAN-. Son cosas del corazón,
que levanta la pasión
en quien nunca fue cobarde.
MESONERO-. Y ve ya, que se hace tarde
a cumplir con tu recado.
DON JUAN-. Bueno el vino me has buscado
y he de probarlo gozoso,
pero tú ve presuroso
y cumple con lo mandado.

MOZO-. Tengo una duda, don Juan
sobre lo que debo hacer.
DON JUAN-. Presentarte a esa mujer,
que las diez al punto dan.
MOZO-. ¿Le diré que sois galán
y un caballero de pro?
DON JUAN-. Cuéntale bien quién soy yo,
mas no digas la verdad,
que, engañada la beldad,
querrá mi amor.
MESONERO-. ¡Cómo no!

MOZO-. Mas ella estará en su casa
y en ella tengo que entrar:
no me han de dejar pasar.
DON JUAN-. Quién quiere entrar siempre pasa…
MOZO-. Parece cosa de guasa,
que no está abierta la puerta.
DON JUAN-. Si la puerta no está abierta,
del jardín a la ventana:
que, si llega la mañana,
por el amor caerá muerta.

ESCENA V

Vase el mozo.

DON JUAN-. ¡Buen muchacho, vive Dios!
¡Y hará conmigo carrera!
MESONERO-. Del talento así se espera.
DON JUAN-. ¡Bien lo esperamos los dos!
Y he de deciros a vos,
que del trato estoy contento.
MESONERO-. Os lo lleváis y lo siento,
Pero bueno es para él.
DON JUAN-. El mundo será un vergel,
le dará conocimiento.

Y sabrá miles de cosas
su agudeza, si es que es fina,
y aprende que cada esquina
tiene cosas deliciosas.
MESONERO-. De mujeres amorosas
y de finuras galantes
dicen mucho los amantes,
pero de eso sabe poco.
DON JUAN-. La cordura cura al loco
con esos pasos errantes.

Mas digo que algo en la mesa
adivino que me falta,
que acaso la sed me asalta
y la boca vil me apresa.
Y, si es el vino promesa,
buen mesonero, más el vino,
con su sabor peregrino,
pues se acaba, y yo quisiera
beber yo de esta manera
más licor, que está divino.

Que no sé yo la cosecha
de este vino generoso,
vino afrutado y sabroso
que el paladar no desecha.
MESONERO-. Acaso la sed acecha.
DON JUAN-. A probar más yo me obligo.
MESONERO-. Y beberéis, don Juan, digo,
si queréis, toda la Vega,
pues es rica la bodega,
que soy de ello buen testigo.

ESCENA VI

Va el mesonero por más vino. Llega Mota.

MOTA-. ¡Por el cielo, sois don Juan!
Don Juan, el hombre de fama,
el que no deja una dama,
pues es hombre y gran galán.
DON JUAN-. Son los rumores que van
y vienen desde Sevilla.
MOTA-. No existe ciudad ni villa
ni lugar en lo profundo,
que no sepa, en un segundo,
del burlador de Sevilla.

DON JUAN-. No se habla menos de Mota,
gran borracho y quimerista,
que escribe versos de artista
y a las mujeres derrota.
Pues siempre el vino se agota,
esperaréis, buen vecino,
a que me traigan mas vino
con que os pueda convidar.
MOTA-. Sed traigo y he de aceptar.
DON JUAN-. Será vino del más fino.

¿Y en tierra flamenca estáis?
MOTA-. Como que estoy ante vos.
DON JUAN-. Celebrémoslo, por Dios,
y contadme dónde vais.
MOTA-. Si un momento me escucháis,
os digo al punto el relato,
que vengo con arrebato
por las iras del amor.
DON JUAN-. Donde vais sois gran señor.
MOTA-. Vengo yo por un retrato.

Se trata de una mujer
con la que estaré en amores,
si lo quieren sus primores,
antes del amanecer.
DON JUAN-. Decidme qué vais a hacer.
MOTA-. ¿Y qué he de hacer? ¡Conquistarla!
Fue el capricho de ganarla
ver su retrato en Madrid.
¿Pero y vos, don Juan? Decid.
DON JUAN-. Esta guerra hay que ganarla.

Y estando desheredado
por llevar tan rara vida,
aquí me vine enseguida
para hallarme afortunado.
Soy un hombre adinerado
a costa de mil botines,
y amando a los querubines
que a Flandes vienen de España,
me tenéis en tierra extraña,
cazando mil serafines.

Mas volver quiero a Sevilla,
y, pasada una semana,
al despuntar la mañana,
haré viaje.
MOTA-. Es maravilla.
DON JUAN-. Pronto miraré la orilla
de su río junto al mar,
donde puedo enamorar
mil mujeres a la vez.
MOTA-. ¿No sois la misma altivez?
DON JUAN-. Amando me han de enterrar.

MOTA-. ¿Y qué nuevas de la guerra
serán las que referir?
DON JUAN-. Poco se puede decir
de lo que tiene esta tierra.
MOTA-. De modo que ya se cierra
otro ciclo de batallas…
DON JUAN-. Con suspiros y malhayas
acaban ya los combates.
MOTA-. No estoy yo para debates,
entre hielos y grisallas.

Y sí que esta tierra es fría.
DON JUAN-. Hay riqueza y bien se gana.
MOTA-. ¿Conocéis al de Pastrana?
Viajará a España en su día.
DON JUAN-. ¿Pastrana? Sé de su tía,
hermana de un salmantino.
MOTA-. Pues juntos, bebiendo vino,
que es costumbre señorial,
tanto vino le hizo mal,
su rostro se hizo mezquino.

DON JUAN-. ¿No lo pasó la garganta?
MOTA-. Le trajeron un recado,
y la venganza ha jurado
por s hermana, que era santa.
DON JUAN-. Es cosa que no me espanta.
MOTA-. La tal dama es doña Elvira.
Será verdad o mentira,
pero dicen que al finar
suspiró por Montemar.
DON JUAN-. Quien muere siempre delira.

MOTA-. Montemar es mujeriego,
que es un hombre tal cual vos.
DON JUAN-. No lo quiera el mismo Dios,
que yo soy el mismo fuego.
MOTA-. Gran hombre, le gusta el juego,
y, pues es gran jugador,
sabe jugar al amor
con la inocencia sencilla,
que él, como vos en Sevilla,
es valiente burlador.

ESCENA VII

Llega el mesonero con más vino.

MESONERO-. Aquí está el vino, señor.
DON JUAN-. Pues hará falta más vino.
MESONERO-. Bajo por él, que adivino
que sois un gran bebedor.
DON JUAN-. También él quiere licor,
y el mejor de la bodega.
MESONERO-. El buen vino de la Vega
lo hago traer desde España,
que es cosa que nunca engaña
ese vino delicioso.
MOTA-. He de tomarlo gozoso,
pues el vino nunca daña.

DON JUAN-. Y que venga el buen cordero,
carne de gran calidad.
MOTA-. Gracias, don Juan, yo, en verdad,
el cordero no lo quiero:
alguna dama prefiero
y poderla cortejar.
DON JUAN-. Con todo, podéis cenar,
que muy bueno es ese asado,
como el vino, que he notado
que acaso os hace soñar.

Cordero, no se hable más,
que este cordero es divino,
acompañado del vino
que nos brinda Satanás.
MESONERO-. Un momento, he de ir atrás
para tenerlo dispuesto.
MOTA-. Decidme pues vuestro puesto
entre las tropas del rey.
DON JUAN-. El que me otorga mi grey,
mas nada se pierde en esto.

ESCENA VIII

Se va el mesonero otra vez.

MOTA-. ¿Cómo andáis en amoríos?
DON JUAN-. Quiero yo la variedad,
porque no es frivolidad
desdeñar amores míos.
MOTA-. ¿De duelos y desafíos
que os pudiesen perturbar?
DON JUAN-. Ya conocéis mi vagar
por los mundos extraviados,
que los muertos enterrados
poco me pueden dañar.

Pero me fui de Sevilla
y hube de irme yo enojado,
no por ir desheredado,
que no es en mí gran mancilla.
Pero existe allí una villa
y una moza casadera,
que, ya para primavera,
contraerá su matrimonio.
MOTA-. Pero vos sois un demonio
y no os importa la espera.

Esos raros desposorios
jamás se celebrarán,
me imagino yo don Juan,
si no faltan los tenorios.
DON JUAN-. En los altos promontorios
del lugar la conocí,
mi regreso prometí
y ella dijo que era mía
si antes del caso volvía.
Quiero saber si es así.

MOTA-. Otro roto corazón…
Qué mujer desventurada,
porque, tras ser conquistada,
sentirá gran desazón.
DON JUAN-. Ha de sentirla en razón
a que soy quien la conquista,
y este loco quimerista,
tan cálido como frío,
ya domina su albedrío,
que es del amor un artista.

MOTA-. No lo hacéis mal, eso es cierto,
mas yo también he sabido
enloquecer con Cupido
a una dama en desconcierto.
La poesía es acierto
que permite franca entrada
en el alma desolada
de una inocente mujer.
DON JUAN-. Bien me imitáis, es de ver,
en el amor y en la espada.

MOTA-. Sois vos, don Juan, muy bizarro.
DON JUAN-. No ha de faltarme alegría,
que hablo yo de bizarría
como subido en un carro.
Yo no estoy hecho de barro,
y a fuerza de ser valiente,
muerte doy al que me afrente,
si alguien me afrenta, atrevido.
MOTA-. Sois, don Juan, todo un bandido.
DON JUAN-. Soy galán e independiente.

ESCENA IX

Llega el mozo.

MOZO-. Mal, don Juan, en la aventura,
he salido yo parado,
pues los palos he probado,
la fiereza y la bravura.
DON JUAN-. ¡Qué circunstancia te apura!
MOZO-. Que me admiro maltratado,
que, al llevar vuestro recado,
quienes hacen el servicio
me sorprendieron.
DON JUAN-. Es vicio
estar tan desavisado.

Mota y don Juan se ríen del muchacho.

¿Pero viste a la doncella
para quien era el envío?
MOZO-. Su padre mostró su brío,
pero verla no pude a ella.
DON JUAN-. No, no ha visto mi querella
ni el amor que le escribí.
Descansa y siéntate aquí,
que veo que te han molido.

El joven se sienta donde don Juan le señala.

MOTA-. Es un joven decidido.
DON JUAN-. ¿Quieres vino?
MOZO-. Señor, sí.

DON JUAN-. Has de esperar un momento,
que el vino tardará un poco.
MOZO-. Ya no siento lo que toco.
MOTA-. El vino te dará aliento.
DON JUAN-. Sin embargo estoy contento:
fracasaste en lo mandado,
mas, atrevido, has logrado
más que el mismo Satanás.
MOTA-. Con el tiempo aprenderás.
MOZO-. Mirad cómo me han dejado.

DON JUAN-. No habrá de darte coraje,
que la fuerza de mi espada
ha de ser desenvainada
para vengar el ultraje.
MOTA-. Lo pide vuestro linaje,
ya que vuestro servidor,
por defender vuestro amor,
ha salido maltratado.
DON JUAN-. Lo pide mi fuego airado:
¡yo soy don Juan, el mejor!

Y ahora, mozo, serena
esos nervios, desazón
que humilla tu corazón
y tu razón envenena,
que hoy verá la luna llena
el pago que me darán,
esos que arrancado te han
a golpes el duro cuero,
que sabrán de un caballero
y el caballero es don Juan.

2012 © José Ramón Muñiz Álvarez
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS.
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