Castrillón - Asturias

Dice una canciópn popular:

Si a tu ventana llega un perro chato
trátalo con cariño
que es mi retrato...

Cuando ella entró en el chiringuito de Piedras que da paso al abrevadero, el Lobato Pazguato había zampado ya su buena ración de cabrito (con cargo a la concesión) y daba cuenta ahora, por acompañar a la Raposa Codiciosa, a sendos chuletones de sanguinolenta carnaza... También estaba allí un imponente doberman, el cual distraíase con su afición favorita: fornniccando debajo de la mesa a otra jovencísima perrilla descarriada, víctima de las artimañas del viejo semental.

Engañando a Caperucita con subterfugios, aquella fauna recurrente tramaba instalar un fielato en el abrevadero para hacer caja con las necesidades de los usuarios que allí mitigaban la sed, y habían nombrado recaudadores interesados a cuantas alimañas carroñeras pululaban por el lugar, al despiste de incautos.

Desde antaño el Lobato Pazguato engordaba su séquito con la prebenda de esquilmar a cuantos abrebaban en el fresco cuérrago... Mientras tanto la Raposa Codiciosa aguardaba paciente que maduraran las uvas verdes del chiringo, y el perro chato cuando no lo abstraían sus aficiones fornicantes, ladraba a unos y a otros, por más que sus amos (cual LEÓN) tiraban de la brida en un solo sentido.

Caperucita la Roja mantiene a raya, estaca enristre los envites de tal fauna, a la par que la Raposa Codiciosa defeca en la fuente, a sabiendas de que cuanto peor mejor para ella, y el Perro Chato, ahora con mando en el barrizal, aulla a las perritas núbiles.

Bien quisiera yo, amigas y amigos míos, concluir esta fábula al estilo del maestro Esopo, o de los no menos eminentes Iriarte y Samaniego, compiladores del sabio parloteo animal... Pero dado que la pelota anda ahora por el tejado de la ciega que se balancea, cual hetaira indecisa, ora a diestro, ahora a sieniestro, corro aquí un tupido velo, hasta una próxima entrega que dirima la causa popular del acueducto público, las siniestras estratagemas de las alimañas merodeadoras y los dispersos envites del perro fornicante. Tal como la ardua labor de la sin par Caperucita la Roja, quien con reconocido valor, igual que una preciosa Xana de dorados cabellos, defiende la fuente y las límpidas aguas que dan vida a nuestras ancestrales Fadas, cuyos tesoros acucian las despiadadas alimeñas carroñeras.

Fdo,: Taller de Relatos.