Boquerizu - Asturias

Acabo de leer un artículo sobre el consumo, que si bien no nos va a hacer cambiar nuestros hábitos sí, al menos, nos hará recapacitar.

El autor es el periodista RAFAEL GUIJARRO y titula su artículo:

EL CONSUMO COMO COCAINA

Cuando los asuntos de la economía personal comienzan a ir peor y hay que apretarse el cinturón, es también cuando descubrimos la cantidad de cosas que nos sobran y la locura de este mundo que nos necesita inyectados con la droga del consumo para poder salir adelante.

La sociedad de consumo era una lacra en los años de la mitad del siglo pasado, que nos sometía a la dictadura de las multinacionales, hasta que alguien descubrió que el consumo era algo bueno; no sólo bueno, sino excelente:
Cuanto más consumíamos, más estábamos ayudando a crear puestos de trabajo, a sacar adelante a los más pobres garantizándoles el pleno empleo y, por consiguiente el acceso a la riqueza consumista para todos, gastando los salarios que ganábamos en consumir lo que fabricábamos.

El consumo se convirtió en la cocaína del sistema. Podíamos vivir más aceleradamente pero cada vez cargados con más cosas, hasta que reventábamos y se acababa todo bruscamente.
El inventor del consumo como droga solidaria consiguió quitar la mala conciencia que se genera con el despilfarro.
A pesar de que tuviéramos cada vez más cosas para que los pobres pudieran llegar con sus salarios a nuestro nivel, lo cierto es que los pobres seguían bastante pobres y, paradojas de la vida, bastante felices, mientras que los ricos estaban cada vez más atiborrados y más insatisfechos, más tristes y deprimidos por no conseguir consumir más y más.

Cuando se descoloca el sistema porque los bancos han prestado más dinero del que había y ese dinero nos lo hemos gastado en cosas que nunca habríamos conseguido comprar sin endeudarnos por encima de nuestras posibilidades, se produce el trastazo del drogadicto consumista al que no le queda más remedio que tener que dejarlo porque se le va la vida en ello.

Estamos en un proceso de desintoxicación consumista por sobredosis, como las estrellas de cine que se van a una clínica para bajar el consumo de droga, de alcohol, de todo lo que se meten porque son ricos e infelices para intentar volver a estar presentables, con la ocasión de descubrir que nuestra adicción al consumo no va a hacer más rico a nadie que ya no lo sea, sino que nos mata de cosas inútiles que nos mantienen entretenidos, sin avanzar realmente en cariño o solidaridad con los nuestros y con los demás.

El colmo ha sido dejar de tener hijos para poder trabajar más, hombres, mujeres, todos al tajo, consumir más, enriquecer a los que ya lo son y empobrecernos como personas.