Boquerizu - Asturias

Juan, Pedro y Tomás se conocen de la barbería, han entablado amistad y todos los meses coinciden en el lugar y conversan. Al cabo del tiempo, un día se ponen a hablar sobre sus respectivas esposas. Los tres las elogiaban y al mismo tiempo se quejaban de ellas, aunque sin entrar en detalles de los motivos de tal contradicción. Finalmente, Juan “rompió el hielo” y explicó:
--El problema es que mi esposa es una destacada actriz de cine y TV, y cada vez que trabaja en un filme o una telenovela, me veo sometido a fuertes tensiones emocionales.
--Comprendo --dijo Pedro--, es lógico que te moleste ver que tu mujer pose desnuda ante las cámaras, y sientas celos cuando en escena tenga que besarse y manosearse con otros actores.
--Con eso no hay dificultad, pues mi esposa es una profesional seria y de una moral intachable.
--¿Y cuál es el problema? –preguntaron a la vez los otros dos.
--Que cuando ella regresa de su trabajo, tras una de esas sesiones de “besos” y “caricias”, viene con todos sus derechos conyugales a exigirme la compensación por su fidelidad. ¡Y me pone en terribles aprietos!
--Te comprendo –dijo Pedro--, pero mi problema es mayor. Mi mujer es una destacada psicóloga, especialista en trastornos sexuales de la pareja. Y como ella conoce tanto sobre el tema del sexo, constantemente me está sometiendo a observaciones y valoraciones científicas; haciéndome precisiones técnicas sobre cómo debo hacer las cosas y señalándome fallos. Cada vez que vamos a la cama, me siento acomplejado.
Entonces habló Tomás:
--Es comprensible también lo tuyo. Pero, mi situación es peor que la de ambos. Mi mujer es una académica doctorada en Kamasutra y me obliga a practicar todas las posturas.
Al escuchar aquello,Juan y Pedro quedaron convencidos. Las mujeres de estos tiempos saben demasiado.

Perdona pero no entiendo la última frase. ¿Es broma o provocacíón?