Boquerizu - Asturias

Se suponía en aquellos tiempos que los sargentos de la mili eran gentes de poca mollera; personas de pocas luces porque provenían casi todos de reenganches. Es decir: Al término del tiempo del servicio obligatorio, todos salían hacia sus lugares de origen alborozados de alegría; menos algunos, pocos pero algunos que cortos de espíritu y carentes de los "cataplines" necesario para afrontar los azares de la vida, preferían reengancharse para poder continuar dentro de una disciplina disparatada, pero que les aseguraba la bazofia y un camastro duro a cubierto. Además, aprendiendo a leer medianamente y las cuatro reglas, tenían la posibilidad de un día, años mas tarde llegar a ser sargentos.

Sin embargo, yo tuve un sargento que era una lumbrera. Sabía discernir por su propia cuenta; era afable y cordial, socarrón, pícaro y astuto. A veces, nos hacía ( dentro del respeto que la disciplina exigía) descohonarnos de risa.

Una vez, siendo yo aún un recluta, me pregunto: -¿Tu de que parte de España eres? Tienes un acento un tanto montés. ¿ Tu pueblo es importante? (Todo el mundo supone que su pueblo es muy importante)-Pues claro que es importante, le respondí.
-Vamos a ver - prosiguió- ¿tu pueblo tiene casa de -utas? Porque un pueblo que no tenga casa de .utas ni es pueblo ni es nada. Es poco mas que una aldea.
Tuve que aceptar que aquel sargento no era tonto, además de tragarme la humillación al tener que confesarle que en mi pueblo no había ni C.P. ni obispado ni calle mayor . Al contrario de un compañero mío, que era de Calahorra donde sí tenían C.P. Obispado y calle mayor.