Benínar - Almeria

Esta es la historia de un hombre al que le gustaba caminar y descubrir los rincones más apartados de su tierra alpujarreña.
Un día el caminante sintió que debía ir por una angosta carretera, como haciendo caso a extrañas sensaciones que venían de aquel lugar desconocido de sí mismo. Después de toda una jornada de marcha divisó a lo lejos, un poco antes de llegar a un pantano, en una colina a la derecha lo que parecía un camposanto. Estaba abierto al parecer preparándolo por la proximidad del día de los difuntos.
Era una tarde maravillosa y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. Le rodeaba por completo una tapia encalada y una puerta enrejada le invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba su destino y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en aquel sitio. El caminante entró y empezó a andar lentamente observando los nichos de su alrededor y dejó que sus ojos descubrieran las inscripciones de las lápidas, mirando una tras otra la edad del fallecido y la coincidencia de la proximidad de las fechas de enterramiento en muchas de ellas.
Se sobrecogió grandemente al darse cuenta de este hecho y se sintió terriblemente conmocionado pensando en la ocurrencia de una catástrofe o accidente. ¡En este hermoso lugar debió ocurrir una desgracia!, exclamó, sintiéndose embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El que se encontraba limpiando el cementerio se acercó, lo miró por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.
- No ningún familiar – dijo el caminante - ¿Qué pasó con este pueblo?, ¿Qué cosa tan terrible ocurrió que hay tantos ancianos muertos enterrados en fechas tan próximas entre sí? ¿Cuál fue el horrible dolor que tuvieron que soportar?.
El hombre sonrió y dijo: -Puede usted serenarse que no fue exactamente una catástrofe, lo que pasó es que aquí hubo una vez un pueblo que para nosotros fue el único y verdadero tiempo vivido. Por eso muchos ancianos, en el momento en que se terminó y se vieron obligados partir, decidieron quedarse para siempre en este tan querido lugar.

QUE BONITO ESCRITO TE FELICITO PORQUE VEO QUE ASPUESTO MUCHO CARIÑO..

No se si el Sol se queda triste
cuando la luna se va.
Nosotros tenemos pena
porque de pronto de te
hicieron desaparecer.

Es Duro de imaginar
que pisáramos esas calles
pero la luna nos une.
pues la misma Luna esta
mirándonos en el tiempo
una vez y otra vez mas.

Y en un hueco no pequeño
de nuestro gran corazón.
nos quedara tu recuerdo.
cuando haya reunión.

Te veremos en la iglesia.
te veremos en el mar.
te veremos en la vida.
y también en laciudad.

BENINAR.sienpre estará grabada.
en nuestros corazones
sin que la puedas llevar.
Y nuestro cariño lleva.
Y un gran abrazo además..

SALUDOS marina...

Es verdad esa coincidencia de que hubo bastantes muertes de ancianos en fechas próximas entre si?? o solo es la imaginación del autor o autora de este relato??
Agradecería que alguien me lo confirmase.

Un saludo ,Juan.

Querido Juangutiérrez, todas éstas personas estuvieron muy unidas en sus vidas y por ello no podían con la separación que se avecinaba. No se plantearon siquiera vivir en otro lugar, su única preocupación fue que se construyera el cementerio nuevo. Se les notaba que estaban "aguantando" y el esfuerzo que les suponía. Así que en cuanto finalizaron las obras, en un espacio muy corto de tiempo fallecieron varias de estas personas.

Gracias por la confirmación.

¡A mandar!

Sr. no registrado:
Me ha gustado su relato, aunque no se ajusta a la realidad, eso de que algunos estaban ansiosos por que las obras del nuevo cementerio se terminasen y poder ser enterrados junto con otros ancianos de la misma quinta no se ajusta a la realidad.
Solo unos detalles, el último enterramiento en el cementerio viejo tuvo lugar en 1976 y a partir de esa fecha no se permitio enterrar en el puesto que era necesario que pasase 5 años del último enterramiento para hacer el traslado de los restos, puesto que como estaba previsto, las aguas del pantano llegaban al viejo cementerio, por ello confederación hizo el nuevo de manera rápida. El primer beninero enterrado en el cementerio nuevo fue Franscico Maldonado, ocupo el nicho número 1, al lado izquierdo de la puerta, como estuve en el entierro puedo recordar, que dijo Antoñica la madre de Paco Ramón, algo así: "que buen estreno ha tenido (el cementerio) que se ha inaugurado con un soltero", nunca he comprendido del todo su significado.
Sólo recuerdo a un beninero que muriese de pena por irse del pueblo, fue el caso de Paco Ginebra, (lo de ginebra no lo sé, pero así lo conociamos) que al poco tiempo de venirse a la Puebla de Vicar, fue llevado por su familia para ver el pantano y fue tanta la impresión que tuvo, que al poco tiempo falleció, al menos eso fue lo que me contaron, sino fue así, siempre se está a tiempo de rectificar y yo soy de los que rectifico continuamente.
Desde el 1976 hasta el 1982, los fallecimientos que tenian lugar en el pueblo utilizaban el cementerio nuevo, cuando a cada uno le ha llegado su hora, sin que haya existido precipitación, premura o interés para ocuparlo al mismo tiempo que otro, estos se corresponderian con los primeros 20-25 nichos, el resto fue ocupado por el traslado de los restos del cementerio viejo que ocupaban nichos, las sepulturas en tierra se quedaron allí y los fallecimientos que han tenido lugar desde entonces hasta ahora.
Así que como relato, estupendo, pero no asustemos al personal.
Saludos.

Hubo varias personas y entre ellas mi abuela Antonia, que murió en la transición fue enterrada en Berja.
Pazzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz

Un afectuoso saludo a los señores Francisco Ramón y Coscojas, y al resto de intervinientes.
Les digo que he quedado impresionado con lo que han relatado ustedes y por eso voy a decirles lo que sé, que fue lo que me contó aquel hombre que encontré en el camposanto. Era una tarde apacible y el hombre era de esas personas que transmiten paz nada más verlas, una persona tranquila con voz suave, buen conversador y su aparición fue un tanto misteriosa, porque estoy seguro que no había nadie cuando llegué.
Aunque parecía un ángel de los que salen en las películas ayudando a los débiles, era de aspecto totalmente humano, digamos un hombre ya mayor, de mediana estatura, ni grueso ni delgado, que tenía el pelo canoso casi blanco y vestía ropa oscura. Sus ojos eran grandes.
Él me contó que faltaban unos años para marcharse de aquel pueblo y la mayoría de los habitantes estaban preocupados porque no les habían pagado bien las tierras, pero algunas personas mayores se preocupaban más por el cementerio y les decían a los jóvenes que se hicieran gestiones para la pronta construcción del cementerio nuevo.
Los jóvenes no entendían esa preocupación y lo comentaban, pero luego se dieron cuenta de que hubo un periodo entre la clausura del antiguo hasta que estuvo listo el nuevo, que no falleció nadie, y cuando se inauguró se murieron a chorrillo.
Era como decir yo no me quiero morir hasta saber el sitio en que voy a descansar y aguanto. Aunque dos personas que no pudieron aguantar las enterraron en el pueblo de al lado (una mujer y un hombre).
En el momento de marchar del pueblo los ancianos se planteaban comprar una casa en Berja o en el Ejido junto a alguna vecina más joven, porque no querían ir con los hijos que vivían más lejos por no ser una carga para ellos, pero se les hacía muy cuesta arriba abandonar aquel lugar y todos expresaron en una u otra ocasión su deseo "secreto" de que Dios le "mandase" quedarse allí para siempre.