Redován - Alicante

El pasado domingo escribí una de mis columnas semanales tratando, a mi corto entender, el tema de los desahucios por impago de hipotecas. Y mira por donde, entre hoy y ayer, aparece una información relacionada con el tema en el que la protagonista, por desgracia, es una conocida persona de Redován que actualmente vive en Rafal. No voy a entrar en el aspecto político del caso, que lo tiene, porque no viene a cuento para lo que de verdad importa. Dejando de lado el origen del problema que ha acabado con una orden judicial de desahucio, hoy, a través de la prensa me he podido enterar de que éste no se llegado a producir, cosa de la que me alegro mucho, sobre todo por la afectada y su familia. En ese escrito al que me refería al principio señalaba yo una seria de alternativas, que ya estaban inventadas, por supuesto, pero que me parecen apropiadas para evitar que a una familia, sea de la condición, ideología o clase social, (generalmente trabajadora) la dejen sin su vivienda porque no la pueda seguir pagando en las condiciones que firmaron en su día. Condiciones a las que también me referí por ser en muchos aspectos desmesuradas, sobre todo por el coste inflado del ladrillo en aquella época, así como por el carácter de la hipoteca con la que se “condenaba “casi a perpetuidad trabajar para el banco a muchas personas. Hice mi reflexión el domingo basándome en una propuesta para instar al gobierno a aprobar una ley que permitiera frenar, o mucho mejor, impedir los desahucios de forma legal y en virtud de esto, con las suficientes garantías jurídicas de que, nadie que estuviera afectado por un drama como ese se pudiera ver privado, bajo ningún concepto, del único (en la mayoría de los casos) espacio habitable para el conjunto familiar. Esta cobertura legal, de momento, no existe porque a día de hoy, el banco es quien tiene la última palabra para decidir si deja en la calle a los deudores o les facilita una salida para no dejarles sin techo. Pero a falta de pan buenas son tortas y las plataformas stop desahucios están funcionando con efectividad en muchos casos con la ayuda de la presión mediática el apoyo ciudadano. Aunque esto no es suficiente, siendo urgente que las leyes en este país se adapten lo antes posible a la triste realidad que viven un buen número de hipotecados. Es mucho el daño que las entidades financieras le han hecho a la economía del país con una praxis bancaria más propia de usureros decimonónicos que de profesionales del crédito y la financiación del siglo XXI. Y a pesar de eso creo que son necesarias y convenientes las ayudas estatales y europeas para evitar su quiebra. Pero al mismo tiempo ellos tienen que evitar también la ruina total de quienes han sido sus víctimas más débiles.